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Frankenstein es una novela más admirada que leída. El ícono que el cine creó resulta tan familiar que constituye una ofensa para un símbolo que pretende ser siniestro. Como sucede con The Lost Paradise de John Milton, donde la figura más atractiva no es la de Adán sino la de Satanás, debido a su calidad de ángel caído, la criatura creada por Víctor Frankenstein no sólo lo despoja de sus seres y valores más queridos, sino, con el paso del tiempo, se ha adueñado de su nombre. Frankenstein evoca de inmediato no al científico, sino al monstruo. Metafóricamente, la palabra Frankenstein denomina un ente fuera de la normalidad o se aplica a una estructura formada por elementos disímiles.

 

 

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