De la redacción
El Buen Tono
Winston Churchill, fallecido el 24 de enero de 1965, es recordado como el primer ministro británico que guió a los aliados hacia la victoria en la Segunda Guerra Mundial, pero su vida personal y sus ideas tenían facetas menos conocidas que sorprendieron incluso a sus contemporáneos. Amante de los cigarrillos, buen bebedor y con un humor picante, Churchill también fue un político rebelde que despreciaba las encuestas y en ocasiones ocultaba la realidad de las bajas militares.
Nacido el 30 de noviembre de 1874, Churchill ejerció como primer ministro en dos periodos: 1940-1945 y 1951-1955. Su carácter era contradictorio: según su amigo lord Birkenhead, “cuando Winston tiene razón, es único. Pero cuando se equivoca… ¡Ay, Dios mío!”.
En lo internacional, mostró gran interés estratégico: apoyó la política de no intervención en la Guerra Civil española y buscó mantener a España fuera de la Segunda Guerra Mundial para proteger los intereses británicos en Gibraltar y Oriente Medio. Sin embargo, su visión del mundo reflejaba un claro supremacismo británico, defendiendo la colonización de India como una “gran obra” y mostrando críticas duras hacia figuras como Mahatma Gandhi.
Churchill también tuvo un lado científico poco conocido: escribió un ensayo sobre vida extraterrestre, convencido de que nuestro planeta no era el único con seres pensantes en el universo.
A pesar de sus contradicciones y opiniones polémicas, Churchill fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 1953, siendo celebrado por su habilidad histórica y su oratoria. Su legado sigue siendo fuente de inspiración y debate, recordándonos que incluso los líderes más icónicos pueden ser complejos y multifacéticos.


