De la redacción
El Buen Tono
Veracruz.- La defensa de Fernando Yunes Márquez a su hermano, el senador Miguel Ángel Yunes, ha levantado más dudas que certezas sobre la ética política de la familia. Acusar a críticos de traición mientras se vota a favor de iniciativas de MORENA revela una práctica recurrente: justificar decisiones polémicas con el escudo del apellido.
“No es un traidor el senador Miguel Ángel Yunes. Es uno de los hombres más honorables e inteligentes que existen en el Senado”, aseguró Fernando. Sin embargo, estas palabras parecen un intento desesperado de limpiar la imagen de una familia que ha concentrado cargos y poder durante años, sin que los resultados prometidos se reflejen en mejoras reales para Veracruz.
El legislador albiazul se jactó de los “triunfos” familiares: victorias en Boca del Río, recuperación de la Alcaldía de Veracruz y la gubernatura de su padre. Pero estos logros electorales esconden un patrón preocupante de nepotismo y monopolio político, donde el interés público queda subordinado al beneficio personal y familiar.
El caso de la aprobación de la reforma judicial es señalado como el ejemplo más claro de cómo los Yunes podrían favorecerse políticamente para eludir consecuencias legales, reforzando la percepción de que su estrategia política se basa más en proteger intereses personales que en servir al electorado.
