AGENCIA
Internacional.- Mientras se intensifica la presión internacional sobre el Gobierno de Nicolás Maduro, analistas advierten que un eventual exilio del mandatario venezolano luce cada vez más complejo y condicionado a garantías que ningún Gobierno puede asegurar. El escenario se agudizó tras el anuncio de Estados Unidos de bloquear buques petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela, medida que profundiza el cerco económico y político sobre el chavismo.
De acuerdo con especialistas consultados por la agencia EFE, aunque algunos países han dejado entrever su disposición a recibir a Maduro en un contexto de negociación, dentro del oficialismo no existen señales claras de que esa opción esté siendo considerada. Por el contrario, el discurso del chavismo insiste en la defensa del territorio y en el rechazo a cualquier salida que implique la salida del poder.
Tras cuatro meses de despliegue aeronaval estadounidense en el mar Caribe -que Washington justifica como una estrategia contra el narcotráfico, pero que Caracas interpreta como una amenaza directa- países como Bielorrusia, Colombia y Panamá han abierto la puerta, al menos de forma tácita, a recibir al mandatario venezolano. Sin embargo, las conversaciones limitadas entre Venezuela y Estados Unidos, que incluso incluyeron una llamada entre Maduro y el presidente Donald Trump, no han derivado en acuerdos concretos.
El abogado internacionalista Mariano de Alba consideró que, por ahora, “se percibe muy difícil” un asilo negociado y afirmó que esta opción “no parece haberse planteado seriamente” dentro del chavismo. Subrayó que, de existir voluntad de exilio, Maduro buscaría garantías firmes de no ser extraditado en el futuro, algo que ningún país puede prometer de manera absoluta.
Según De Alba, aceptar un asilo implicaría para Maduro una apuesta riesgosa, ya que el país de acogida podría cambiar su postura política o utilizar su situación como moneda de cambio en una negociación internacional. En ese sentido, recordó que incluso aliados estratégicos podrían ceder ante presiones de Estados Unidos.
Tras perder el reconocimiento de buena parte de la comunidad internacional luego de las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, Maduro enfrenta un aislamiento creciente. Incluso gobiernos considerados cercanos, como los de Colombia y Brasil, han cuestionado los resultados. El presidente colombiano, Gustavo Petro, llegó a calificarlo como “dictador”, aunque rechazó las acusaciones estadounidenses que lo vinculan con el narcotráfico.
Para el internacionalista, los destinos más probables en un eventual exilio serían Rusia, Irán, Turquía o China, países con los que el chavismo mantiene alianzas políticas relevantes. Rusia aparece como la opción más clara y segura, al haber acogido previamente al ex mandatario sirio Bashar al Asad. China también podría ofrecer estabilidad, debido a la baja probabilidad de cambios abruptos en su sistema político.
En contraste, Colombia y Panamá difícilmente serían destinos viables, ya que ambos son Estados parte del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. De Alba explicó que Maduro evitaría países con esa condición, debido a la obligación legal de cooperar con una eventual orden de captura.
Desde 2018, la CPI mantiene una investigación abierta por presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos en Venezuela desde 2017, lo que representa una complicación adicional para cualquier salida negociada. A ello se suman los señalamientos de la Misión de Determinación de los Hechos de la ONU, que ha documentado posibles responsabilidades de altos funcionarios del régimen.
En este contexto, el respaldo real de los aliados de Maduro, incluido Cuba, es limitado. Aunque existen intereses políticos y económicos compartidos, De Alba considera que ninguno de estos países tiene la capacidad, la influencia o la voluntad de enfrentarse directamente a Estados Unidos para proteger al mandatario venezolano.
El analista concluyó que un eventual asilo dependerá de la evolución de la crisis. No sería lo mismo una salida precipitada ante un colapso inmediato, que un escenario en el que Maduro tenga margen para negociar condiciones. Por ahora, la presión aumenta y las opciones se reducen.


