Agencias
EU.- El presidente de Colombia, Gustavo Petro, reavivó el debate sobre el pasado expansionista de Estados Unidos al afirmar que Texas, California y gran parte del sur de ese país fueron territorios “invadidos” y no adquiridos de manera legítima, en respuesta a las declaraciones de Donald Trump sobre el supuesto despojo del petróleo venezolano a empresas estadounidenses. El mandatario colombiano denunció lo que consideró una narrativa selectiva de Washington, que reclama derechos económicos en el extranjero mientras omite los antecedentes históricos de apropiación territorial a costa de México en el siglo XIX.
El pronunciamiento ocurre en un escenario de creciente presión militar y económica de Estados Unidos contra Venezuela, que incluye bloqueos a embarcaciones petroleras, incautaciones en aguas internacionales y el despliegue de fuerzas navales en el Caribe. Petro cuestionó abiertamente el uso de la fuerza como instrumento de política exterior y advirtió que estas acciones han tenido consecuencias humanas directas, con civiles muertos y afectados, incluidos ciudadanos colombianos. En este contexto, llamó a sustituir la lógica de la imposición militar por una negociación política real entre Estados soberanos.
Mientras tanto, la reacción de otros líderes latinoamericanos —como Luiz Inácio Lula da Silva y Claudia Sheinbaum— refleja la preocupación regional ante una posible escalada armada y el retorno de prácticas intervencionistas que América Latina creía superadas. El inminente debate en el Consejo de Seguridad de la ONU confirma que la crisis ya no es sólo bilateral, sino un síntoma de la fragilidad del orden internacional frente a la unilateralidad de las potencias.
Si todos los presidentes corruptos y sus seguidores no hubieran robado todo el dinero e invirtieran en un ejército moderno y poderoso, México podría plantearse exigir la devolución de su territorio; sin embargo, con solo tres aviones jet de caza F-5E/F Tiger II del Escuadrón Aéreo 401, con más de 45 años de servicio y obsoletos, cualquier intento sería ridículo, porque la Fuerza Aérea Mexicana no cuenta con capacidad real para enfrentar a una potencia extranjera.
