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Una tradición que se arma en familia: qué representa el nacimiento navideño

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Ada Rosas
El Buen Tono

Cada diciembre, en miles de hogares, aparece una escena que marca oficialmente el inicio de la Navidad: el nacimiento. Más allá de ser un adorno tradicional, este conjunto de figuras resume una de las historias centrales del cristianismo y mantiene viva una costumbre que ha pasado de generación en generación. Su colocación suele hacerse a inicios del mes, generalmente debajo o a un costado del árbol navideño, como parte del ambiente familiar que distingue estas fechas.

El origen del nacimiento se remonta al año 1223, cuando San Francisco de Asís recreó por primera vez el nacimiento de Jesús utilizando personas y animales reales. Su intención fue sencilla y directa: ayudar a la gente a comprender el significado de la llegada de Jesús de una manera cercana. Con el tiempo, esta representación se transformó en figuras de distintos materiales como barro, madera, cerámica o plástico, adaptándose a cada cultura y espacio, pero conservando su esencia.

De acuerdo con la tradición católica, el nacimiento se instala el 8 de diciembre. En ese momento se colocan las figuras de María, José, los pastores, los animales y la estrella de Belén. El Niño Dios se reserva para la noche del 24 de diciembre, mientras que los Reyes Magos se integran hasta el 6 de enero, fecha en la que, según la tradición, llegaron a ofrecer oro, incienso y mirra. Este orden refuerza el sentido religioso del calendario navideño.

Cada elemento del nacimiento tiene un significado específico. María representa el amor y la fidelidad; José, la fortaleza y la obediencia. El pesebre y los pastores reflejan humildad y sencillez, mientras que el Niño Dios simboliza la luz y la esperanza. Los animales, como el buey y el burro, están asociados a la calma, el sacrificio y la paciencia. La estrella guía, el ángel anuncia buenas noticias y, en algunas representaciones, el diablo recuerda las tentaciones humanas.

Aunque existen nacimientos sencillos y otros más elaborados, con ríos, puentes, luces y paisajes completos, todos comparten el mismo mensaje. No se trata del tamaño ni de la cantidad de figuras, sino del significado que se transmite. El nacimiento sigue siendo un punto de reunión familiar, una forma de explicar a niños y adultos el sentido de la Navidad y una tradición que, año con año, mantiene vigente una historia que trasciende lo decorativo.

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