DE LA REDACCIÓN
EL BUEN TONO
ORIZABA.- La Unidad de Manejo Ambiental (UMA) Citlaltépetl de Orizaba, presentada oficialmente como un espacio para la conservación y protección de la fauna, arrastra un historial de muertes de animales que ha generado indignación social y cuestionamientos sobre su operación. Lejos de cumplir con estándares de bienestar animal, los hechos documentados describen un deterioro constante en las condiciones de resguardo y atención.
Uno de los episodios más representativos ocurrió en abril de 2025 con la muerte del único canguro rojo registrado en México, atribuida a intoxicación y a la ausencia de atención veterinaria oportuna. A este caso se suman al menos tres y hasta cuatro monos araña fallecidos en un periodo menor a seis meses; uno de ellos murió el 27 de abril, de acuerdo con reportes de colectivos animalistas y recuentos periodísticos.
Durante agosto se registró también la muerte de un león juvenil de dos años y medio a causa de insuficiencia renal. En el mismo lapso se documentaron los decesos de un tucancillo y un tucán. La lista incluye además conejos —entre ellos crías, al menos una devorada el 27 de abril—, así como venados y borregos, cuyas muertes han sido reportadas de manera dispersa a lo largo de los últimos seis meses.
La información disponible no proviene de reportes oficiales, sino de denuncias públicas y protestas ciudadanas, como la Marcha por la Dignidad Animal realizada el 24 de agosto. En ese contexto, activistas señalaron un ocultamiento sistemático de muertes dentro de la UMA y denunciaron condiciones de hacinamiento, negligencia y carencias en la atención veterinaria.
Investigaciones periodísticas y organizaciones defensoras de animales coinciden en que al menos 10 ejemplares murieron durante los primeros seis meses del año, aunque advierten que la cifra real podría ser mayor debido a la falta de transparencia. No existe un registro público actualizado ni estadísticas oficiales completas sobre la mortalidad en la UMA Citlaltépetl; la información conocida ha salido a la luz únicamente por presión social.
Hasta agosto de 2025, al menos tres muertes documentadas y otros recuentos elevan el número a diez o más animales fallecidos.
La reiteración de estos casos y la ausencia de rendición de cuentas refuerzan la percepción de que la UMA ha dejado de ser un espacio de conservación para convertirse en un sitio donde la vida animal se pierde sin supervisión.
