AGENCIA
Oaxaca.- El descarrilamiento del Tren Interoceánico ocurrido el domingo en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, dejó algo más que vagones destruidos y decenas de heridos: abrió una herida profunda entre los pasajeros que vivieron el accidente y que hoy exigen una investigación seria, sin simulaciones ni impunidad.
“Una investigación a fondo y que no haya impunidad”, reclama Juan Francisco Ovalle, uno de los sobrevivientes, desde Coatzacoalcos, Veracruz. Su voz mezcla alivio por seguir con vida y enojo por las escenas que, asegura, no se borrarán fácilmente de su memoria.
“No puede haber impunidad; quienes estuvimos ahí vimos los rostros de los niños ensangrentados, de las personas de la tercera edad golpeadas. Eso me llena de coraje e indignación”, afirma.
Ovalle viajaba junto con su esposa y otras siete personas originarias de Aguascalientes. El grupo había planeado un recorrido turístico por el sureste del país. El domingo abordaron el tren en la estación de Salina Cruz alrededor de las 8:05 de la mañana. Tras una parada en Ixtepec para recoger más pasajeros, la unidad retomó su marcha.
El convoy estaba integrado por dos locomotoras y cuatro vagones. Apenas habían transcurrido unos 40 minutos de viaje cuando comenzaron a percibir que algo no iba bien.
“En una zona donde hay pendientes y curvas empezamos a sentir poca estabilidad del tren y de pronto, un impacto seco. Nosotros íbamos en el último vagón”, relata.
Minutos después, el personal pidió a los pasajeros que descendieran. Fue entonces cuando comprendieron la magnitud del accidente: uno de los vagones había caído al fondo de un barranco y otro permanecía colgando, a punto de desplomarse.
Ante la ausencia inmediata de equipos de rescate, alrededor de nueve pasajeros y un trabajador del tren se organizaron para auxiliar a los heridos.
“Hicimos una cadenita humana para poder sacar a la gente que estaba al fondo de la barranca. Al ver a tantos niños y señores de la tercera edad golpeados, nos motivó más a luchar por sacar a la gente que pudimos”, cuenta Ovalle.
El Ejército tardó más de dos horas en llegar al lugar. Para entonces, según el testimonio de los sobrevivientes, cerca de 70 personas ya habían sido rescatadas por los propios pasajeros.
Una vez que arribaron las fuerzas armadas, quienes habían participado en el rescate se hicieron a un lado. Posteriormente, otro tren trasladó a los pasajeros hasta Ixtepec, donde la estación fue cerrada para resguardarlos. Más tarde, fueron llevados en autobuses a Coatzacoalcos.
“Me siento muy bendecido. Estoy muy contento por ese sentimiento de responsabilidad, de solidaridad y de humanismo que algunos pasajeros mostramos con nuestros hermanos que estaban en desgracia”, expresa. Sin embargo, su tono vuelve a endurecerse al hablar de las posibles causas del accidente. “Lo digo con coraje, porque creo -insisto, sin ser experto- que está mal trazada esa ruta”.
Mientras tanto, la Fiscalía General de la República informó que ya se iniciaron las investigaciones para esclarecer las causas del descarrilamiento ocurrido entre las comunidades de Nizanda y Chivela, en Oaxaca.
De acuerdo con la FGR, se realizaron diligencias como el resguardo del lugar, entrevistas a testigos y víctimas, así como inspecciones del tren y del sitio del accidente. Peritos especializados llevaron a cabo la recopilación y levantamiento de indicios para la elaboración de los dictámenes correspondientes.
En un comunicado, la dependencia detalló que agentes del Ministerio Público federal, adscritos a la Fiscalía Especializada de Control Regional, así como policías federales ministeriales y peritos, fueron trasladados a la zona para integrar la carpeta de investigación.
Las indagatorias incluyen la participación de expertos en fotografía y medicina forense, criminalística de campo, ingeniería civil y arquitectura, química y seguridad industrial forense, además de tránsito terrestre.
Para los sobrevivientes, no basta con los comunicados oficiales. La exigencia es clara: Que el caso no se diluya con el paso de los días y que se determinen responsabilidades en un proyecto que ha sido presentado como emblema de desarrollo, pero que hoy carga con el peso de una tragedia humana.
