AGENCIA
Nacional.- El consumo de alcohol es una práctica común en la vida social, pero su interacción con el ciclo menstrual es un tema del que poco se habla, pese a que la evidencia científica muestra que sus efectos pueden variar a lo largo del mes. Los cambios hormonales influyen en el estado de ánimo, la energía, el dolor y también en la forma en que el cuerpo procesa sustancias como el alcohol.
El ciclo menstrual está regulado principalmente por dos hormonas: El estradiol, un tipo de estrógeno, y la progesterona. Sus niveles fluctúan según la fase del ciclo y no solo determinan la ovulación o el sangrado, sino que también influyen en el sistema nervioso, el control de impulsos y la respuesta del organismo al alcohol.
Investigaciones recientes han señalado que el alcohol no afecta de la misma manera en todos los días del ciclo. Un estudio publicado en American Journal of Psychiatry indica que el estradiol y la progesterona influyen en el sistema de recompensa del cerebro, relacionado con el placer y la toma de decisiones, lo que puede modificar la sensibilidad al alcohol y el autocontrol en determinados momentos del mes.
Durante la menstruación y la fase folicular temprana, cuando suele haber cansancio y pérdida de líquidos, algunas mujeres reportan que el alcohol tiene un efecto más intenso y que la resaca aparece con mayor facilidad, incluso con cantidades moderadas. En la ovulación, cuando el estradiol alcanza niveles más altos, estudios en neurociencia sugieren que puede aumentar la respuesta cerebral a estímulos de recompensa, lo que ayuda a explicar un mayor deseo o impulsividad en algunas personas.
En la fase lútea y premenstrual, la evidencia indica un comportamiento distinto. La investigación señala que niveles más altos de progesterona pueden asociarse con una menor probabilidad de consumo excesivo en mujeres con antecedentes de consumo problemático, aunque esto no implica que el ciclo determine la conducta.
Además, el alcohol puede intensificar síntomas menstruales como cólicos, inflamación o migraña. Un estudio publicado en BMJ Open encontró una asociación entre el consumo de alcohol y una mayor probabilidad de dismenorrea. A esto se suman efectos indirectos como la deshidratación, el deterioro del sueño y el aumento de la inflamación, factores que pueden prolongar o agravar el malestar durante la regla.
El consumo frecuente o elevado de alcohol también se ha vinculado con alteraciones del ciclo menstrual, como irregularidades en la ovulación o cambios en la duración del sangrado. Esto se relaciona con posibles efectos del alcohol sobre el eje hormonal que regula la función reproductiva, especialmente cuando el consumo es constante.
Especialistas señalan que no todas las mujeres experimentan estos cambios de la misma manera, pero recomiendan prestar atención a patrones recurrentes, como mayor dolor menstrual, empeoramiento del síndrome premenstrual, migraña asociada al consumo de alcohol o variaciones claras en el deseo de beber según la fase del ciclo.
La evidencia científica actual indica que el impacto del alcohol varía a lo largo del ciclo menstrual y depende de las fluctuaciones hormonales. Observar cómo responde el cuerpo en cada fase puede ayudar a tomar decisiones más informadas, priorizar el bienestar y ajustar hábitos sin necesidad de prohibiciones, desde una perspectiva de autocuidado y salud integral.


