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El Judas de Morena: Jorge Huerta y la traición desde adentro

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*Vendió Morena… y ni disimula


Redacción
El Buen Tono


Córdoba, Ver.19 de abril del 2025. – Si alguien encarna el colapso moral y político de Morena en Córdoba, es Jorge Maximiliano Huerta, el supuesto “enlace distrital” que jamás enlazó nada, pero sí entregó el partido con moño y todo al grupo de los traidores. Su paso por la estructura municipal de Morena no deja un solo mérito, pero sí una estela de traición, exclusión, soberbia y sumisión a los intereses más oscuros.
Desde su llegada, Huerta se dedicó a lo que mejor sabe hacer: obedecer sin cuestionar y operar sin principios. Convirtió la oficina del partido en una aduana política, donde sólo pasaban los que traían sello de aprobación de Juan Tress Zilly y del Facturero del Crimen Organizado, Manuel Alonso Cerezo.

Los demás —los fundadores, los que han caminado las calles desde 2015, los que han puesto su tiempo, dinero y dignidad por la transformación— fueron tratados como estorbos.


Negó afiliaciones, reventó reuniones, desinformó a la militancia y se volvió el cancerbero del dedazo. No era enlace, era filtro. No era organizador, era saboteador. Le apagó la voz al pueblo para amplificar la del dinero.
Por si eso no bastara, las versiones dentro del partido apuntan a que su lealtad tuvo precio: se le acusa de haber negociado directamente con Tress el respaldo a Cerezo a cambio de ser inscrito como candidato a regidor segundo y así ganar además de beneficios personales,asegurarse en el próximo gobierno municipal.

Una puñalada por la espalda a quienes creyeron que Jorge representaba la estructura interna de Morena. Hoy queda claro: solo representó los intereses de quienes querían secuestrarla.
Huerta incluso se atrevió a negar el registro y la afiliación a militantes de años, solo por no apoyar al candidato impuesto e impugnado. Convirtió la credencial de Morena en moneda de castigo. Lo que debería ser una casa abierta para el pueblo, él lo volvió un club privado para corruptos.


Mientras el partido arde, mientras las bases reclaman dignidad, él sonríe al fondo de las fotos, como buen traidor satisfecho. Porque su papel fue claro: ser el operador de la exclusión, el topo disfrazado de militante, el verdugo interno de una militancia que hoy exige cuentas.


Jorge Huerta no es un error. Es un síntoma. Un síntoma de lo podrido que está el partido cuando se entregan cargos sin meritocracia, sin principios, y sin memoria. Porque si alguien ha hecho daño a la estructura de Morena, no ha sido el PAN, ni el PRI, ni MC. Ha sido Jorge, desde dentro, con sello oficial, con camisa guinda y con el alma vendida.

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