
De la redacción
El Buen Tono
FORTÍN.— En lugar de ejercer autoridad y garantizar el orden, Gerardo Rosales Victoria ha convertido al municipio en un paraíso para el ambulantaje, solapando la invasión de banquetas y calles con la complicidad de su director de Desarrollo Económico, Ernesto Arteaga Quevedo. Lejos de actuar, el alcalde fomenta el descontrol que afecta la movilidad, la imagen urbana y la seguridad de los peatones.
Comerciantes establecidos en el centro denuncian que los espacios públicos están siendo vendidos de manera irregular a vendedores callejeros, quienes pagan entre 250 y 500 pesos por metro cuadrado. Estos cobros, lejos de estar regulados, parecen operar bajo un sistema paralelo de corrupción avalado desde el propio palacio municipal.

A este desorden se suma una medida absurda: la colocación de conos y cintas para habilitar un “paso exclusivo” en plena calle, obligando a la gente a caminar sobre la carpeta asfáltica. Esta situación, además de irracional, representa un peligro. Prueba de ello es el atropellamiento de una mujer originaria de Tetelcingo, Coscomatepec, embestida por una patrulla tras verse forzada a evitar la banqueta ocupada por comerciantes informales.

