Córdoba, Ver., 26 de mayo de 2025. — Si alguien encarna el cinismo político de esta contienda, ese es Gregorio Osnaya. Alias “Greco”, ex gogo dancer, estafador profesional y ahora operador estrella del lavador del crimen organizado y líder del cártel inmobiliario, Manuel Alonso Cerezo.
Renunció al PAN entre lágrimas, diciendo que no aceptaba “imposiciones”, pero al segundo siguiente ya estaba de rodillas ante los operadores del candidato impugnado de Morena, junto con otro grupo de seudopanistas que solo lograron demostrar que, cuando se trata de conseguir hueso, no tienen ideología, solo hambre.
La carrera de “Greco” es una tragicomedia: empezó bailando en calzones en Camaroninas Beers, pasó por una financiera donde lo corrieron por transa, y luego se coló a la política, donde aprendió que la estafa tiene fuero. Se hizo operador de Tomás Ríos, después de Leticia López y ahora le opera a Iván Espinosa, quien lo pasea como “estratega” en la campaña del lavador del crimen organizado, Manuel Alonso Cerezo.
Presume ser abogado, pero lo único que domina es tender cobijas: estudió Turismo, aunque en la política aprendió a manipular y traicionar. Y como buen reciclaje del lópezobradorismo, también tiene en su historial el fraude contra estudiantes y trabajadores de una escuela de belleza.
Ahora se dice parte de la “transformación”, aunque su verdadera transformación fue de animador de bares a aspirante a vivir del erario público. El impugnado Manuel Alonso Cerezo no solo es impresentable por sí mismo. Lo es también por la fauna política que lo acompaña: oportunistas, simuladores, defraudadores y reciclajes del viejo régimen que, con tal de no soltar la ubre pública, hoy se arrodillan ante el cártel inmobiliario local.
