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Comalcalco, Tabasco.— El amanecer del 15 de mayo no llegó con sol ni silencio a la ranchería Oriente Tercera Sección. Llegó con helicópteros, drones, uniformados y la orden de cateo número 71. En un predio sin rótulo, escondido entre potreros resecos, fuerzas federales desmantelaron algo más que una toma clandestina: encontraron una planta de refinación ilegal a gran escala.
La operación, encabezada por elementos de la Guardia Nacional, Marina y la Secretaría de Seguridad, reveló una refinería pirata montada como si se tratara de un taller de herrería: ductos pinchados, tanques oxidados, respiraderos artesanales y bombas rudimentarias. En su interior: 1.5 millones de litros de hidrocarburo ilegal listos para distribución, el mayor decomiso en los últimos cinco años.
Este hallazgo no fue el primero, pero sí el más alarmante. El 12 de febrero, en Cunduacán, fueron asegurados 400 mil litros; el 24 de abril, 504 mil 550 litros; y el 25 de mayo, en Paraíso, otros 5 mil 500. Las cifras dejan claro que Tabasco ha dejado de ser tierra de cañales para convertirse en un campo energético paralelo, donde el ducto vale más que el voto.
Un negocio que ya no es improvisado
El robo de combustible en Tabasco ya no es un acto improvisado de rapiña rural: es una industria organizada. Lo que antes era abrir una zanja y cargar bidones, ahora implica procesos de destilación, redes de transporte, protección local y maquinaria adaptada. En Comalcalco, los dos predios cateados eran verdaderos centros de procesamiento, camuflados por árboles frutales y portones cerrados.
Las pipas confiscadas no llevaban logotipos, pero sí placas alteradas. Las autoridades confirmaron que además de gasolina, el sistema incluía la extracción y procesamiento de diésel, gas LP, combustóleo y crudo. La Sedena contabiliza más de 2.1 millones de litros decomisados entre 2019 y 2025, frente a los apenas 316 litros incautados durante el sexenio anterior.
Caen líderes, el negocio sigue
Pese a las capturas de personajes clave como ‘Tomasín’, ‘La Geisha’, ‘Osvaldo N.’, ‘El Peje’, ‘El Lic’ y ‘El Pirri’, la estructura criminal se ha mantenido intacta. Cada caída no representa un golpe, sino una vacante. La detención de “El Peje”, ocurrida en noviembre de 2024 tras una persecución en brechas rurales, fue celebrada como un gran logro; sin embargo, los patrullajes aumentaron y las tomas clandestinas no disminuyeron.
En Tabasco, el huachicol no requiere de cárteles foráneos. Opera a través de células familiares y grupos empresariales locales, con jóvenes que no usan radios ni narcocorridos, sino WhatsApp y logística digital. Una fuente militar, bajo anonimato, lo resumió sin rodeos: “Aquí el negocio se hereda. Y el miedo también.”
