Acapulco, Gro. – Una vez más, el mar ha hablado con fuerza, y los restauranteros de la playa Revolcadero vuelven a empezar desde cero. La tormenta tropical Dalila, combinada con el embate de un mar de fondo, arrasó con lo poco que quedaba en pie tras los estragos del huracán Otis en 2023 y John en 2024.
Lo que antes era una franja de palapas frente al mar, hoy son solo restos dispersos de madera, recuerdos flotando sobre la arena húmeda.
“El mar avanzó como 50 metros y se llevó todo, mesas, sillas, cocina, bar… todo quedó en pedazos”, relató un restaurantero afectado mientras recogía lo poco que quedó en pie de su negocio familiar.
La historia se repite. Cada tormenta golpea más fuerte y deja a su paso más incertidumbre. Después de Otis, apenas podían operar al 50%. Con John, cayeron al 30%. Hoy, tras Dalila, están al 0%.
“Ya no queda nada. Ya no hay manera de poner una palapa. Nos preguntamos todos los días cómo vamos a sobrevivir”.
Se estima que al menos 100 personas dependen directamente de estos negocios que hoy son una cicatriz más en la franja costera. La zona Diamante también sufrió inundaciones, y al menos cinco lanchas fueron volcadas o hundidas por el oleaje.
Pese al peligro, algunos turistas no dudaron en desafiar las olas. Pero para quienes viven del mar, el desafío es otro: volver a empezar, una y otra vez.
