

El conflicto en Medio Oriente escaló a niveles sin precedentes tras una ofensiva militar conjunta entre Estados Unidos e Israel contra instalaciones nucleares en Irán. Este sábado, un funcionario de la Casa Blanca confirmó que el presidente Donald Trump sostuvo una conversación directa con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu poco después de ordenar ataques aéreos contra los sitios de Fordow, Natanz e Isfahán. Además, reveló que Washington notificó previamente a Tel Aviv sobre la operación.
Netanyahu no solo fue informado, sino que felicitó públicamente a Trump por los ataques, calificando la acción de Estados Unidos como “sin igual”.
Las consecuencias fueron inmediatas. Israel elevó su nivel de alerta en todo el territorio y declaró un estado de “actividad esencial”, lo que implica la suspensión de actividades educativas, eventos públicos y la operación de sectores no esenciales. La medida, aprobada por el ministro de Defensa Israel Katz, entró en vigor la madrugada del domingo.
Por su parte, medios iraníes confirmaron el impacto de los bombardeos en instalaciones clave. La agencia Tasnim reportó daños en el sitio de Fordow, mientras que Fars indicó que las defensas aéreas de Isfahán y Kashan intentaron repeler los ataques, sin éxito, en medio de intensas explosiones.
Esta acción forma parte de la campaña israelí “Operation Rising Lion”, iniciada el 13 de junio, que ha incluido bombardeos a múltiples sitios nucleares iraníes con apoyo de operaciones encubiertas del Mossad para desactivar sistemas defensivos clave.
En respuesta, Irán ha lanzado misiles y drones contra objetivos en Israel, además de amenazar a fuerzas aliadas como Estados Unidos y el Reino Unido. Washington ha reforzado rápidamente su presencia militar en la región, desplegando bombarderos B‑2, cazas F‑15E, sistemas de defensa y recursos de inteligencia.
El ataque directo de Estados Unidos los días 21 y 22 de junio marcó un nuevo punto de inflexión: bombarderos B‑2 y misiles Tomahawk destruyeron sitios estratégicos con municiones “bunker-buster” GBU‑57, en un esfuerzo por desmantelar el programa nuclear iraní y respaldar la ofensiva israelí.
Aunque el mensaje de la Casa Blanca ha sido de firmeza y justificación bajo el principio de defensa colectiva, analistas advierten que esta escalada podría desatar una crisis de consecuencias geopolíticas graves. La región se mantiene en tensión, con el riesgo constante de represalias y un conflicto más amplio difícil de contener.
