En una escalada sin precedentes en el conflicto en Medio Oriente, Irán respondió con firmeza a los recientes ataques aéreos lanzados por Estados Unidos contra sus principales instalaciones nucleares. En un comunicado contundente, la Organización de Energía Atómica de Irán calificó los bombardeos como “bárbaros” y aseguró que la nación persa no cederá ante la presión internacional ni detendrá su programa nuclear.
“A pesar de las malvadas conspiraciones de nuestros enemigos, Irán no dejará que se detenga el desarrollo de esta industria nacional, que es fruto de la sangre de nuestros mártires nucleares”, afirmó el organismo, subrayando su compromiso con el avance tecnológico y la soberanía energética.
El ataque, ejecutado con bombarderos B‑2 y misiles Tomahawk, tuvo como blanco las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahán, consideradas claves en el enriquecimiento de uranio. Según el presidente Donald Trump, la operación fue necesaria y “exitosa”, eliminando supuestamente la capacidad nuclear crítica de Irán. El mandatario estadounidense argumentó que la medida buscaba neutralizar una amenaza inminente para la seguridad global y, en especial, para Israel.
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, celebró la acción y destacó la “perfecta coordinación” con el gobierno de Trump. “Prometimos destruir el programa nuclear iraní y hemos cumplido”, sentenció en un mensaje transmitido por video, aludiendo a la ofensiva israelí iniciada el pasado 13 de junio.
A pesar de la magnitud del ataque, autoridades locales iraníes aseguraron que “no hay peligro” para los habitantes de la ciudad de Qom ni en los alrededores del sitio de Fordow, gracias a la infraestructura subterránea y a los protocolos de seguridad activados.
No obstante, las tensiones se disparan a nivel internacional. El canciller iraní advirtió que las acciones estadounidenses traerán “consecuencias eternas” y, según analistas, este ataque podría empujar a Teherán a acelerar su programa clandestino, abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y desencadenar represalias imprevisibles.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con creciente preocupación el rumbo que podría tomar este nuevo capítulo del conflicto, que amenaza con encender una crisis de mayor escala en la región.
