

José Balcázar
El Buen Tono
Córdoba, Ver.– Mientras las unidades deportivas de la ciudad están sumidas en el abandono, convertidas en un verdadero caos y reflejo del desinterés, el presidente municipal Juan Martínez Flores permite que su hija Jessica Martínez y su yerno Rogelio Morales Zamudio operen un negocio personal con total impunidad dentro de la Arena Córdoba, lucrando con la cancha de fútbol Seven en condiciones deplorables.
Hace un año, el Ayuntamiento anunció una rehabilitación de dicha cancha, sin embargo, fue una simulación más. Solo se cambió el pasto sintético, pero el sistema de drenaje —pieza clave para su funcionamiento— no fue tocado. Hoy, con las lluvias, la cancha se inunda y queda inservible, pero eso no ha impedido que continúe el cobro por inscripciones y arbitrajes, dinero que va directo al bolsillo de la familia del morenista del edil.
De acuerdo con testimonios de jugadores, la inscripción por equipo asciende a 2 mil 500 y cada juego tiene un costo de 250 por arbitraje. En un solo día pueden celebrarse hasta cuatro o cinco partidos, lo que genera más de 2 mil pesos diarios sin ningún tipo de fiscalización. Todo se canaliza desde la cafetería en el gimnasio “El Mexicano”, donde opera la liga bajo el control absoluto de la hija de Juan Martínez.
Peor aún, el coordinador municipal del deporte, Rosalío Martínez Armillas, no solo guarda silencio ante el evidente uso indebido del espacio público, sino que funge como cómplice y títere de Jessica y Rogelio. Lejos de proteger los intereses de la ciudadanía, respalda sus negocios particulares. Para colmo, al esposo de la hija del alcalde se le paga desde el Ayuntamiento por supuestas clases de educación física que, en los hechos, no se imparten, configurando un posible desvío de recursos públicos.
