


Nayeli Ríos
El Buen Tono
Córdoba.- El decadente urbanero Miguel Olvera de Gasperín fracasó en su intento de generar una campaña de desprestigio contra sus competidores. Durante la última visita de la gobernadora Rocío Nahle García a Córdoba, recurrió a métodos ruines y deshonestos, contratando al golpeador de mujeres Carlos Vergara para provocar a la mandataria y al secretario de Gobierno, Ricardo Ahued. Pero lejos de intimidar, Ahued lo exhibió con una lección de civilidad política, contrastando su profesionalismo con el comportamiento patético del expanista reciclado del PRI.
Acostumbrado a romper las leyes que alguna vez juró respetar como legislador del viejo régimen, Olvera de Gasperín mantiene una ruta de transporte en condiciones deplorables. Sus unidades son chatarra sobre ruedas: sucias, obsoletas, con fallas mecánicas visibles y sin ningún tipo de mantenimiento. La negligencia fue evidente en el reciente incidente ocurrido junto a la Aeropista, donde una de sus unidades impactó contra un poste dentro de una propiedad privada. Él deberá responder económicamente por los daños ocasionados, al seguir operando sin control ni responsabilidad.
Como nadie quiere subirse a su ruta por el mal estado de sus camiones, desató una guerra sucia contra su competencia directa, José Abella García, quien sí ha invertido en un servicio digno, moderno y funcional. En vez de renovar su flota y respetar las tarifas oficiales, Olvera prefiere hundirse más en el lodazal de la politiquería y el resentimiento, contratando a mercenarios de la comunicación como Carlos Vergara.
Este último, además de su historial de violencia contra mujeres, se ha dedicado a vivir de arrimado en el Patio de la Estrella, espacio que convirtió en su negocio personal vendiendo garnachas y hot cakes, en vez de fomentar la cultura. Sin credibilidad ni audiencia, se dedica a extorsionar y engañar a políticos desesperados y caducos, fingiendo tener “influencia” en redes sociales que ni su propia familia le sigue.
Vergara carga con múltiples expedientes abiertos por agresiones y violencia, pero eso no le impide actuar como un pasquinero, atacando a empresarios que sí generan empleos y pagan impuestos, como una conocida radio cultural de la ciudad. Si algo le queda claro a la ciudadanía, es que Miguel Olvera de Gasperín no sólo evade sus responsabilidades legales y económicas, sino que se asocia con personajes igual de miserables que él.
Como bien se dijo: a Carlos Vergara le debería dar vergüenza por evadir la justicia y no pagar ni la renta, y Miguel Olvera debería pasar a pagar el poste que su chofer mal capacitado derribó. Ambos son el reflejo de la decadencia y el fracaso de un viejo régimen extinto.


