


Efraín Hernández
El Buen Tono
Fortín.- Personal de la Unidad Médica del DIF Municipal negó atención a un joven que llegó, por sus medios, a las instalaciones con una pierna fracturada, tras caer de un juego mecánico durante la feria que se lleva a cabo en el parque de Fortín.
Ninguna de las ambulancias disponibles lo auxilió, y el personal lo trató con altanería desde la entrada y lo echaron del lugar.
Ante la omisión, que también es corrupción, su familia tuvo que contratar un traslado particular para llevarlo a Córdoba.
Este hecho exhibe el abandono y la irresponsabilidad que prevalece en el DIF, organismo en el que los ingresos que se generan por las ventas el el kiosco del parque central, destinados para la operatividad médica, desaparecen, se los roban.
Lo que debería invertirse en medicamentos, sueldos y mantenimiento termina diluyéndose en un desvío sistemático, que tolera el alcalde, Gerardo Rosales Victoria, y su cómplice Trinidad Puentes Esquivel.
Prepotencia
Internamente, trabajadores denunciaron que, desde la llegada de Rosaura García, impuesta como coordinadora de la Unidad Médica, el ambiente laboral se degradó.
Su trato autoritario, gritos a pacientes, despidos injustificados y amenazas constantes provocaron renuncias masivas en el lugar.
Actualmente sólo un médico cubre el turno vespertino, mientras los servicios siguen colapsando, acusaron afectados en general.
A pesar de las quejas persistentes, el edil de Fortín y su aliada en el DIF optaron por proteger a García, cuya cercanía con el mandatario municipal despierta sospechas entre el personal.
La funcionaria actúa con impunidad, mientras los ciudadanos padecen la desatención médica y el saqueo institucional.
En vez de brindar auxilio, la Unidad Médica se convirtió en reflejo del colapso administrativo y del uso faccioso del poder, donde la salud pública es relegada por intereses personales.

