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Ericka corre, grita y manda en Fortín; es la secretaria de Rosales Victoria

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De la Redacción

el buen tono

Fortín.- Más de 80 trabajadores fueron despedidos por decisión directa de la actual secretaria del alcalde, Gerardo Rosales Victoria, Ericka Hernández, quien convirtió el ayuntamiento en su dominio personal. 

Su conducta autoritaria, prepotente y protegida por los secretos que presume saber del presidente municipal, generaron un ambiente de impunidad que indigna tanto dentro como fuera del gobierno.

Incluso integrantes de Morena la rechazan públicamente, calificándola como “una indeseable” del movimiento, debido al daño que, afirma, causó a la administración y al partido.

De acuerdo con denuncias internas, Hernández colocó a familiares, amigos e incluso a su pareja sentimental en puestos clave como Patrimonio Municipal, Atención Ciudadana, Obras Públicas, Unidad Médica, Limpia Pública y hasta una futura regiduría. 

En el proceso, desplazó a personal capacitado, dejando sin empleo a decenas de trabajadores.
“Muchos nos quedamos sin trabajo por culpa de sus berrinches. No respeta a nadie y abusa de su posición”, relató un extrabajador que pidió el anonimato por temor a represalias.

Varios testimonios coinciden en que el ambiente laboral se volvió insostenible. 

Denunciaron gritos, humillaciones y amenazas como parte del trato cotidiano de una funcionaria sin preparación académica ni ética profesional, pero que tiene el control. 

Calla

Mientras tanto, el alcalde Gerardo Rosales guarda silencio, por temor a los chantajes de Hernández, quien, según versiones internas, lo presiona con información sobre relaciones extramaritales e hijos no reconocidos.

“Rosales le tiene miedo, y por eso ella hace lo que quiere”, afirmaron empleados activos del ayuntamiento.

Además, comerciantes locales denunciaron que deben pagarle cuotas si desean instalarse en algún punto del municipio, práctica que revela una red de corrupción tolerada desde las más altas esferas del gobierno local en funciones.

Al interior de Morena, su presencia se volvió incómoda y repudiada. 

Militantes del partido advirtieron que su conducta afectó gravemente la imagen del movimiento.
“Cuando esto termine en enero, no le quedará ni un solo aliado”, sentenciaron fuentes internas, que exigieron una intervención urgente y rendición de cuentas de las autoridades antes de que se vayan.

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