


De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba, Ver.- Mientras Córdoba se ahoga en el caos vial y sus calles se convierten en pistas de alto riesgo, un documento oficial revela la alarmante desconexión entre la realidad y la supuesta supervisión de la Dirección de Tránsito Municipal.
Considerada por la ciudadanía como un foco de corrupción y abusos, esta área parece operar en una burbuja de impunidad, donde las quejas ciudadanas simplemente se desvanecen: en lo que va del 2025, la Contraloría Municipal solo tiene registro de una única queja en su contra, una cifra risiblemente baja para una dependencia constantemente señalada por actos arbitrarios.
Esta aparente ceguera institucional no es inocente. Es el síntoma de un cuerpo de tránsito laxo y desinteresado, cuyo fracaso en la aplicación de la ley tiene consecuencias tangibles. En días recientes, la falta de supervisión permitió que un motociclista convirtiera el bulevar Córdoba-Fortín en su patio de maniobras, realizando peligrosos “caballitos” a excesiva velocidad durante la noche, un espectáculo de riesgo que ocurrió sin la más mínima intervención de los agentes.
Pero el colmo del absurdo llegó cuando otra persona decidió transitar por la avenida 3, justo detrás del Palacio Municipal, a bordo de un carro de juguete de plástico, un acto que, aunque aparentemente cómico, es la muestra más clara del total relajamiento de la autoridad vial. Estos incidentes no son anécdotas aisladas; son el resultado directo de una dirección que ha renunciado a sus funciones básicas.

