De la redacción
El Buen Tono
Un empleado del área financiera de una multinacional en Hong Kong transfirió 25 millones de dólares tras recibir instrucciones de lo que parecía ser su director ejecutivo durante una videollamada. Lo que no sabía era que tanto la voz como la imagen del “CEO” eran un deepfake creado por ciberdelincuentes. En minutos, la empresa perdió millones y parte de su reputación y seguridad.
Este caso no es aislado. Según Sumsub, los intentos de fraude mediante deepfakes crecieron 700 por ciento a nivel global en el primer trimestre de 2025 frente al mismo periodo de 2024. Bancos, plataformas digitales y gobiernos ahora enfrentan el reto de distinguir lo real de lo falso antes de que sea demasiado tarde.
Con herramientas como Veo3 de Google, capaces de generar videos sintéticos hiperrealistas con audio sincronizado en minutos, el riesgo aumenta. Aun cuando estas plataformas implementan marcas de agua invisibles y otras medidas para uso ético, nada impide que delincuentes aprovechen la tecnología con fines maliciosos.
Daniel Mazzucchelli, director de Expansión de Sumsub en Latinoamérica, explica: “La detección en tiempo real, más que una tendencia, es una necesidad para sobrevivir en el entorno digital actual”. Detectar documentos falsos, expresiones generadas por IA o patrones inusuales permite a empresas y gobiernos frenar fraudes antes de que escalen, protegiendo millones y la confianza de los usuarios.
La inteligencia artificial se ha convertido en el nuevo escudo contra estos ataques. Sistemas de liveness detection, biometría facial y machine learning analizan movimientos involuntarios, metadatos y patrones de comportamiento digital para diferenciar un rostro real de una animación en milisegundos. Cada intento de fraude detectado fortalece la defensa, y combinado con supervisión humana, crea un blindaje digital prácticamente impenetrable.
El mensaje es claro: en un mundo donde un fraude puede ocurrir en segundos, actuar rápido es la única forma de proteger el dinero y la reputación.
