


DE LA REDACCIÓN
EL BUEN TONO
Orizaba.– Mientras el alcalde Juan Manuel Díez Francos promueve una ciudad “de primer mundo”, sus trabajadores mueren en condiciones laborales indignas, sin que haya rendición de cuentas ni voluntad política para atender la crisis.
En los últimos meses, tres trabajadores municipales y de empresas contratadas por el Ayuntamiento han sufrido accidentes graves, dos de ellos fatales. Un obrero cayó desde más de cuatro metros mientras pintaba el Puente Atirantado, sin arnés ni equipo de seguridad. Una trabajadora de Parques y Jardines fue atropellada en plena jornada laboral y murió horas después. En septiembre, otro trabajador fue arrastrado por la corriente del río Orizaba mientras realizaba labores de construcción.
En cada caso, la constante ha sido el silencio. No hay comunicados, no hay investigaciones públicas, no hay sanciones. El alcalde se limita a guardar silencio, mostrando una total insensibilidad ante las muertes de quienes mantienen funcionando la ciudad que él presume.
El discurso oficial tiene otras prioridades, pero tras la fachada de fuentes danzantes, hay trabajadores exhaustos y expuestos.
La omisión de la autoridad municipal es escandalosa. No se trata de accidentes inevitables, sino de consecuencias directas de negligencia institucional.

