De la redacción
El Buen Tono
A doce meses del homicidio de Benito Aguas Atlahua —9 de diciembre de 2024— la Sierra de Zongolica enfrenta un vacío político evidente y un futuro incierto rumbo al proceso electoral de 2027. El caso, lejos de avanzar, continúa atrapado entre omisiones e indiferencias, mientras quienes se beneficiaron del capital político del dirigente indígena han optado por callar.
Para empezar, el diputado federal Zenyazen Escobar García, quien en vida aseguraba ser “amigo cercano” del líder nahua, terminó exhibido por su ausencia: no acudió ni siquiera al funeral, aun cuando solía presumir cercanía y complicidad política. Ese contraste evidencia que la relación solo funcionó mientras representaba utilidad electoral.
Asimismo, Jonathan Puertos Chimlahua, quien durante años caminó de la mano de Benito Aguas, lo calificó en repetidas ocasiones como padre y amigo, y lo usó como referente para impulsar su carrera. Hoy, pese al asesinato que marcó a la región, permanece callado, sin exigir justicia y sin asumir la responsabilidad moral que él mismo presumió en vida de su mentor.
A la par, también guardan silencio el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, la esposa del propio Benito Aguas, el presidente municipal de Zongolica Wenceslao Cosme Reyes y la excandidata Jéssica Viviana Victoria Atlahua, todos ellos beneficiados en distintos momentos por la estructura, respaldo o influencia del dirigente indígena. Ninguno ha levantado la voz.


