De la Redacción
El Buen Tono
Nogales.- El alcalde, Ernesto Torres Navarro, registró a su nombre la denominación “Laguna iluminada”, un evento decembrino que no le pertenece, tampoco creó y que se construyó en 2018 como un logro colectivo del municipio.
Habitantes acusaron que la ambición personal terminó por imponerse al interés público,“dejará atado un beneficio económico a su favor, lo que constituye un acto de corrupción”.
Aunque el funcionario difundió que el registro de la marca fue un logro institucional, los documentos revelan otra realidad, el nombre no quedó a favor del ayuntamiento de Nogales, sino al todavía edil de Nogales.
Es él quien aparece como apoderado legal, con domicilio en avenida Juárez, zona Centro, y con datos de contacto personales, lo que provocará que futuras administraciones tengan que pagar derechos por el uso del nombre de un evento que es patrimonio social y cultural de la localidad.
El trámite se hizo durante las residencias profesionales de Emma Daiana Rodríguez Ramírez, con el acompañamiento académico de Yamil Vargas Rivera y Jaime Alonso Bonilla, lo que evidencia que el trabajo técnico fue universitario y académico en general.
Pero, Torres Navarro decidió apropiarse legalmente del nombre, desplazando al ayuntamiento y a la comunidad que por años cuidó la “Laguna iluminada”.
El registro indica como establecimiento la Calzada de la Laguna Felipe Carrillo Puerto, en Nogales, Veracruz, código postal 94320, y clasifica la marca en la clase 41 del IMPI, correspondiente a educación, formación, servicios de entretenimiento y actividades culturales.
El acto resulta cuestionable, ya que la Laguna iluminada no es una obra literaria ni una creación individual, sino un evento público, impulsado con recursos municipales.
Ambición
La narrativa oficial contradice la acción legal. El evento se presentó como una tradición local, gratuita, con millones de luces y atracciones para las familias, consolidada con el paso del tiempo.
Convertirla en un activo personal implica un uso discrecional del poder y un intento de heredar un negocio privado a costa de un símbolo colectivo.
Este caso es mayor, sienta un precedente peligroso que permite a un alcalde en funciones registra bienes intangibles municipales como si fueran de su propiedad, comprometiendo a futuras administraciones y desdibujando los límites entre lo público y lo personal.


