efraín hernández
El Buen Tono
Fortín.- En la opacidad, rodeado únicamente de aplaudidores y sin permitir la presencia de prensa crítica, el Cuarto Informe de Gobierno de Gerardo Rosales Victoria, fue un montaje decadente que confirmó el fracaso absoluto de la actual administración.
A puerta cerrada, con retraso y sin rendición de cuentas, el acto evidenció a un alcalde corrupto y siniestro, considerado ya por amplios sectores como el peor presidente municipal en la historia de Fortín, a tal grado que la población terminó por detestarlo.
El cabildo no solo guardó silencio, sino que se convirtió en escudo político del desastre.
La síndica única Elisabeth Navarro Ginez y los regidores Orlando Rosas Sánchez, Ixchel Zitlally Espíritu Apolinar, Guadalupe Tepepa García, Juan Carlos Santiago Sánchez y José Pablo Espinosa García avalaron con su sumisión una gestión marcada por la inseguridad, el colapso de servicios, el abandono urbano y la corrupción enquistada en Obras Públicas. Nadie cuestionó el desabasto de medicamentos, la crisis del DIF ni el deterioro general del municipio.
El repudio social es tal que la administración ya es comparada, incluso superada, con la de Torrecilla, quien terminó en la cárcel, indicaron activistas.
Para muchos fortinenses, el desenlace político del actual alcalde parece inevitable y cada vez más cercano, pese a haber sido protegido por el grupo del senador Manuel Huerta, respaldo que ya no se hizo visible ni siquiera en su último informe, marcando un abandono que anticipa el fin de su carrera pública.
La debacle también se refleja en los servicios municipales.
Las unidades de Limpia Pública permanecen descompuestas y arrumbadas en el parque de Floricultores, convertido en un cementerio de chatarra, mientras la basura se acumula en calles y colonias.
Vialidades destruidas, obras mal ejecutadas y espacios públicos en ruinas completan el retrato de una administración que dejó de gobernar desde hace tiempo.
Lejos de ejercer su función de vigilancia, el cabildo optó por aplaudir un informe vacío y sin legitimidad, sellando un pacto de impunidad.


