De la Redacción
El Buen Tono
ORIZABA.– Juan Manuel Diez volvió a exhibir el nivel de cinismo con el que ha manejado el poder. Primero difama, luego se desdice sin explicaciones y tiene el descaro de extender invitaciones como si nada pasara. Así opera quien confunde el cargo público con un escenario personal y la rendición de cuentas con un acto social.
Durante meses, el alcalde se dedicó a repetir que había sido víctima de un intento de extorsión, señalando al empresario José Abella. Lo hizo en público, desde su investidura y con la intención clara de desacreditar. Sin embargo, nunca presentó una sola prueba que respaldara su dicho: ni denuncia formal, ni fotografías, ni audios, ni videos, ni testigos. Nada. La acusación quedó flotando como otras: lanzada, pero jamás sustentada.
Este personaje al que dijo ser su presunto extorsionador recibe una invitación para estar en el último informe de gobierno. La contradicción es tan burda que para muchos ciudadanos resulta ofensiva. Primero mancha reputaciones sin pruebas y después actúa como si el agravio no hubiera existido. No es reconciliación, es conveniencia política y simulación.
El episodio es calificado por ciudadanos como indigno. Consideran que sólo alguien desconectado de la realidad puede creer que, tras difamar sin sustento, convoque a una “despedida” pública esperando aplausos. Para muchos, ese gesto confirma que quien se despide tanto es porque no quiere irse, porque busca mantener cuotas de poder incluso después de concluir su periodo.
La invitación al informe no es un acto institucional, sino un autohomenaje más dentro de una carrera política marcada por el abuso del cargo, el uso faccioso de la palabra y la falta de responsabilidad sobre lo que se dice desde el poder. No hay disculpa, no hay rectificación y no hay pruebas. Sólo la costumbre de acusar primero y acomodarse después. Más que un cierre de administración, Diez ofrece un retrato final de su forma de gobernar: señalar sin sustento, victimizarse sin evidencias y fingir normalidad. Para orizabeños, eso no es liderazgo ni carácter, es falta de ética y respeto a la inteligencia pública que trata de disfraz con sus bots aplaudidores.


