

Córdoba.- Un padre o su falta deja huella, así lo expresó José Reyes Alvarado, quien perdió el suyo a la edad de nueve años, luego de que abandonó a su familia, desintegración que afectó no sólo su formación personal, sino también sus estudios se vieron truncados.
Pese a que sabe realizar muchas cosas, no puede conseguir un empleo por falta de documentos.
Actualmente se de-sempeña como payaso. “Muy chico salí de mi casa, porque me quedé sin familia y sin papá, pero hoy la he reencontrado”, expresó.
Cuando tenía nueve años, recuerda que su papá los abandono. En la adolescencia decidió salir a la calle en busca de trabajo y emigrar; en su trayecto, a los 16 años, un señor le enseñó el oficio de payaso, un personaje que proporciona la alegría que nace del corazón.
En su caminar estuvo en Durango, Jalisco, Querétaro, Tampico, incluso en Estados Unidos. “Me gusta ser payaso y pienso que, así como yo, otros también pasaron por algo similar a lo que he vivido y merecen sonreír”, manifestó.
“Mi papá decidió irse, dejar a nuestra familia. Cuando lo volví a ver estaba en el hospital agonizando”, señaló.
Por ello, sólo estudió hasta el tercer grado de primaria, pues junto con su mamá y otros seis hermanos, tenían que trabajar para comer.
Entre las actividades que emprendió desde niño fueron malabares, rescatista, mecánico, elemento de seguridad privada y muchas otras, hasta que le gustó el oficio de payaso.
Reyes Alvarado, de 43 años, truncó muchos sueños, sus posibilidades se empeoraron y hoy se encuentra en un crucero donde busca lograr que alguien sonría para que de moneda en moneda pueda reunir 30, 50 o 70 pesos para su alimentación.Lamentó seguir el mismo padrón de conducta de su papá, pues tiene una hija de 18 años, con la cual le gustaría compartir la celebración del Día del Padre.
