De la redacción
El Buen Tono
A pesar de declaraciones oficiales sobre “eficiencia”, la adquisición de vehículos a Mitsubishi evidencia el modus operandi de triangulación y opacidad de la administración Diez Francos.
Orizaba, Ver.- Una vez más, el Ayuntamiento de Orizaba opera bajo la sombra de la opacidad y el conflicto de interés. Bajo el manto retórico de una “política pública orientada a la eficiencia administrativa”, la administración del presidente municipal Juan Manuel Diez Francos realizó una compra directa a Mitsubishi Motors, empresa ligada a su esfera privada, replicando un patrón de triangulaciones y prestanombres que ha caracterizado su gestión.
La administración Diez Francos ha perfeccionado el arte de la triangulación: evita comprar directamente a sus agencias para luego canalizar las adquisiciones a través de intermediarios o empresas pantalla donde, como señaló la opinión pública, “la mayoría sabe que hay prestanombres”. El resultado final es el mismo: el flujo de recursos públicos termina irrigando el mismo círculo de intereses.
Opacidad como norma
Como es costumbre en esta administración, el gasto no se transparentó. No se conocen los montos exactos, el número específico de unidades adquiridas ni los criterios detallados que justifiquen una compra directa sobre un proceso de licitación pública que garantice competencia y precios de mercado. Esta falta de información es el caldo de cultivo perfecto para la sospecha y el enriquecimiento inexplicable.
La batalla en redes: bots vs. indignación
La reacción en redes sociales no se hizo esperar. Frente a una ciudadanía que clama contra lo que considera un gobierno “malo” y enriquecerse a sus costillas, emerge un ejército de cuentas automatizadas (bots) dedicadas a defender al alcalde. Esta estrategia de manipulación digital busca crear una falsa percepción de apoyo, pero no logra silenciar la evidencia de un patrón repetido: quien llega a servir, termina sirviéndose.
Lejos de representar una genuina modernización, esta compra es la metáfora perfecta de un sistema viciado. Bajo el eufemismo de la “eficiencia” se esconde el tráfico de influencias. Bajo la promesa de “mejorar servicios” se encubre el fortalecimiento de redes privadas de poder.
Orizaba merece gobiernos que compren vehículos para servir a la gente, no gobiernos que usan a la gente para comprar vehículos que, al final del camino, solo transportan el pesado lastre de la corrupción. La “cuchara grande” del poder municipal, una vez más, se sirve a sí misma.
Eficiencia para unos, negocios para otros
Mientras el comunicado oficial habla de “visión de gobierno”, “planeación” y “rendición de cuentas” para justificar la renovación del parque vehicular, la práctica revela otro juego.
La cifra:
40% de la población orizabeña percibe un gobierno que opera para el beneficio propio, no público.
La frase:
“Se estará beneficiando con la cuchara grande a sus empresas, aunque sean prestanombres”, resume la desconfianza ciudadana ante este tipo de adquisiciones.
El dato destacado:
Se trata de la tercera y última administración de Diez Francos, un hecho que para muchos analistas y ciudadanos explica la urgencia por “sacar provecho” bajo esquemas que simulan legalidad.


