AGENCIA
CDMX.- El crimen organizado evolucionó en sus envíos de cocaína de países de Sudamérica a EU y Europa, utilizando varios estados de México como puntos de partida para la nueva droga denominada clorhidrato de cocaína (CHC) en suspensión.
De acuerdo con una investigación realizada por el Centro Internacional de Investigación y Análisis contra Narcotráfico Marítimo (CMCON) de Colombia, en colaboración con la Semar, la producción de CHC en suspensión líquida se basa en disolver la droga en agua, solventes u otros productos que contengan compuestos químicos como manitol, glucosa, celulosa o lactosa.
Con este proceso, el estupefaciente se introduce en botellas de champú, extractos de frutas, aceites, melaza de caña de azúcar, abono orgánico, productos con un fuerte olor para pasar desapercibidos en las revisiones de los binomios caninos, lo que facilitan su trasiego.
La relevancia del CHC en estado de disolución o suspensión líquida es que, en primer lugar, es un tratamiento agregado al proceso de elaboración de CHC en polvo que minimiza su identificación en los controles portuarios, en segundo lugar, es que estos eventos radican principalmente en la modalidad de ‘contenedores’, donde se puede camuflar fácilmente con diversos productos que son importantes para el comercio mundial”.
PARA SABER
La forma de transportar esta droga en territorio boliviano se hacía ocultando pequeños volúmenes dentro diferentes tipos de vehículos; además de utilizar bolsas de látex que eran ingeridas con un máximo de un kilogramo por persona que pasaba desapercibida en carreteras y aeropuertos.