

De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba.- La ventaja del impugnado, lavador del crimen organizado y líder del cártel inmobiliario, Manuel Alonso Cerezo, en una simulación de democracia, es una afrenta a la inteligencia colectiva y un claro montaje electoral.
Con 23,705 votos a su favor, el candidato impuesto por Morena y el Partido Verde apenas logró una paupérrima votación de apenas el 14.36% del total del padrón electoral de Córdoba, que cuenta con 163,008 electores registrados. Córdoba no votó por él: lo toleró por ausencia de un candidato mejor.
La participación fue alarmantemente baja: sólo el 32.6% del electorado acudió a las urnas (53,284 votos en total). Apenas sólo una tercera parte de los cordobeses decidieron salir a votar, un reflejo claro de repudio, desencanto, desprecio, enojo o rechazo ante un proceso capturado por estructuras corruptas y candidatos con expedientes judiciales abiertos, sin logros sociales, impuestos y sin arraigo con la población.
El impugnado y líder del cártel mobiliario en Córdoba, Alonso Cerezo, llega al poder con múltiples denuncias ante el INE y el OPLE: Investigaciones por el uso de recursos de procedencia ilícita en la campaña. Señalamientos por actos anticipados de precampaña y uso indebido de datos personales. Irregularidades documentadas en la movilización de votantes y en el desvío de recursos humanos y materiales desde el ayuntamiento de Córdoba.
Peor aún, pesa sobre su historial una agresión directa contra trabajadores del Súper Ahorros, a quienes –según evidencias públicas– ordenó golpear, retener y privar de agua, en un operativo de despojo empresarial con tintes criminales.
Lejos de significar un avance democrático, el resultado revela la consolidación de un poder basado en el miedo, el dinero sucio y la desinformación. Córdoba, otra vez, es víctima de la corrupción institucionalizada y del abandono ciudadano provocado por la pérdida total de credibilidad en las urnas.
Queda claro que el impugnado ganó por estrategia sucia. Y lo peor es que se le permitirá gobernar aún con diversas denuncias en la Unidad de Investigación Financiera, siendo repudiado y rechazado, pues el 85% del padrón electoral no lo eligió. El mensaje ciudadano fue claro: ya no creen en los partidos, ni en candidatos reciclados del poder y menos en Morena, que ya perdió más del 50% de su electorado en Veracruz.
