Efraín Hernández
El Buen Tono
Córdoba.- A pesar de los anuncios triunfalistas del ayuntamiento sobre la “modernización” del estadio Rafael Murillo Vidal, el inmueble sigue en condiciones deplorables bajo el gobierno de Juan Martínez Flores. La Coordinación Municipal del Deporte (Comude) opera en el desorden: quien realmente toma decisiones es Jessica Martínez, hija del alcalde, mientras que Rosalío Martínez Armillas actúa como operador subordinado, sin poder real.
El deterioro es evidente: vestidores con humedad avanzada, gradas en riesgo de colapso y sanitarios inutilizables por falta de iluminación. Aun así, Comunicación Social (a cargo de Karla Aquino Silvestre) difundió con entusiasmo que el estadio “recuperó” su alumbrado tras 17 años, omitiendo que la infraestructura sigue abandonada.
La situación se agrava con los contratos entregados al compadre del alcalde, Patricio Rodríguez, responsable de la supuesta instalación de luminarias. Se facturaron 5 millones 200 mil pesos (1.3 millones en 2024 y 3.9 millones en 2025) mediante el convenio VER-COR-OP25-034_IR, pese a que las torres colocadas no cumplen con los requerimientos técnicos mínimos.
Mientras tanto, los equipos que entrenan y juegan en el Murillo Vidal (dos de Tercera División y uno de la Super Liga MX) deben usar espacios en ruinas, con accesos deteriorados y zonas inseguras para deportistas y aficionados. La administración municipal prioriza contratos cuestionables y decisiones familiares por encima del mantenimiento de los espacios públicos.
Entre nepotismo, simulación y abandono, el estadio Murillo Vidal es hoy el reflejo de una gestión que privilegia intereses personales sobre el bien común.


