


Tania López
El Buen Tono
Córdoba.- Corrupción, desvío de recursos y acoso laboral son constantes en la gestión del delegado regional del Bienestar, Óscar Carmona Oropeza, quien durante días enteros permaneció ausente de su oficina, dejando la operación en manos de terceros mientras percibe un salario superior a los 80 mil pesos mensuales, sin rendir cuentas.
Su historial exhibe un patrón sistemático de abuso de autoridad y opacidad. Cada aparición pública parece buscar protagonismo, mientras ignora sus funciones, permitiendo que los recursos destinados a programas educativos y sociales se manejen a discreción, favoreciendo intereses personales y comprometiendo el bienestar de los beneficiarios.
La delegación a su cargo se ha convertido en un espacio de desvíos, falta de supervisión y acoso laboral.
Su evidente falta de preparación y profesionalismo para administrar programas federales agrava la desorganización y los malos manejos, poniendo en riesgo la ayuda para quienes más la necesitan.
Cada acción de Carmona Oropeza confirma que su prioridad no es la educación ni la atención a los jóvenes, sino mantener su salario, su puesto y el control de los recursos, consolidando un patrón de corrupción, negligencia y abuso que amenaza la efectividad de los programas federales en la región.


