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De política y cosas peores

Superiberia
  • Por CATÓN / columnista

Don Chinguetas empinó el codo más de lo que aguantaba el resto de su cuerpo, y en la cantina misma desbebió lo bebido. Llegó a su casa en horas de la madrugada  con la camisa hecha un asco por la náusea. Le explicó a su esposa: “Un ebrio pasó a mi lado y me hizo esto. Mañana lo buscaré y le daré una bofetada”. “Dale dos -le indicó doña Macalota-. También te meó el pantalón”… Era viernes en la noche, y Susiflor iba a salir. Su mamá le dijo: “Pórtate bien y diviértete”. “Una cosa u otra, mami -replicó ella-. No se pueden las dos al mismo tiempo”… Don Algón habló con el tipo que solicitaba empleo: “Necesito alguien responsable”. Manifestó el sujeto: “En el último trabajo que tuve quebró el negocio y tres compañeras salieron embarazadas. En ambos casos todos dijeron que yo era responsable”… López Obrador le ha quitado muchas cosas a México: empezó por el  aeropuerto de Texcoco, siguió luego con las guarderías y estancias familiares y continuó después con el Seguro Popular, los fideicomisos, el abasto de medicamentos y las instituciones que ha suprimido, desvirtuado o de plano sometido a su absoluta voluntad. A cambio de quitarle todo eso le ha dado al país dos cosas: en el interior las conferencias mañaneras, y mala fama en el exterior. Las primeras son cotidiana tertulia con sus incondicionales, inagotable fuente de ocurrencias, dicterios y declaraciones poco afortunadas. La mala fama que a México le ha dado en el extranjero es resultado de su imprevisible política económica y de la actitud amenazante que permanente muestra ante la empresa privada. No hay ente más cobarde que el dinero. A la primera señal de peligro los capitales huyen, o se abstienen de venir, cosas las dos que hemos estado viendo aquí últimamente como efecto de las erráticas medidas dictadas por AMLO sin ningún estudio previo, sino inspiradas sólo en sus dogmas y prejuicios. Ahí está el caso de los empleos outsourcing, en que ha tenido que sacar la pata que hace unos días metió. En materia de economía las cosas se ven tan mal como en los temas de salud y de seguridad. Las finanzas públicas andan por los suelos, y por las nubes el número de muertos por la pandemia o por los asesinatos y desapariciones causados por la criminalidad. Eso no lo advierte López Obrador. La única cuenta que lleva con precisión es la de sus mañaneras, el mayor fruto y el orgullo más grande de la 4T. Así andamos… Quienes mueren sin hacer testamento tiene por herederos principales de su dinero a los abogados. Don Pecunio, sabedor de los inconvenientes que acarrea eso de morir intestado, dictó oportunamente su última voluntad. A su tiempo pasó a mejor vida, y un día después de su sepelio el notario reunió a sus familiares y les dio a conocer las disposiciones testamentarias del señor. Al final leyó: “Prometí a mis parientes políticos no olvidarlos en mi testamento. Por este medio les envío un cariñoso saludo”… La joven esposa le sugirió a su marido: “Pronto cumpliremos 10 años de casados. ¿Qué te parece si vamos a un crucero de 10 días?”. El muchacho fue a la farmacia y se compró cinco condones y un frasco de píldoras contra el mareo. Una semana después le dijo la señora: “Pensé mejor las cosas, y creo que nos conviene más tomar un crucero de 15 días”. El marido fue a la farmacia y compró cinco condones más y otro frasco de píldoras contra el mareo. Pasaron unos días y la esposa cambió de parecer: “Creo que mejor tomamos un crucero de 20 días”. El muchacho fue a la farmacia y compró otros cinco condones y un frasco más de píldoras contra el mareo. Le dijo el farmacéutico: “Perdone la indiscreción, joven. Si tanto mareo le provoca ¿por qué coge tanto?”… FIN.

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