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De política y cosas peores

Superiberia
  • Por CATÓN / Columnista

Un voto por Morena es un voto contra México… En tiempos de política todo se vuelve política. No ha de extrañar, por tanto, que la tragedia de la línea 12 del Metro haya adquirido de inmediato tintes políticos. Desde luego las investigaciones que se hagan sobre el caso terminarán en agua de borrajas, o sea en nada. En estos casos las responsabilidades se diluyen más que una cucharadita de azúcar arrojada al mar. Después el suceso es olvidado tanto por los políticos como por los medios de comunicación y a otra cosa; nos veremos en la próxima tragedia. Lo acontecido, sin embargo, afectará principalmente a Claudia Sheinbaum y a Marcelo Ebrard, pero también tocará a López Obrador, a Morena y a la 4T. El suceso se reflejará en la elección del 6 de junio, sobre todo en la Ciudad de México, pues en esta ocasión AMLO no tiene a quien echarle la culpa de lo que pasó. Ni modo que mencione ahora a sus eternos villanos: la mafia del poder, los neoliberales, los conservadores, si la tal línea fue construida y estuvo bajo la responsabilidad de gente que era y es su gente. Lo sucedido afectará al tabasqueño tanto en las encuestas como en la elección del 6 de junio. Está claro que el Presidente nada tuvo que ver con esa obra del Metro. Pero en tiempos de política todo se vuelve política… Don Cacareco, señor de muchos años, casó con Marfalona, mujer que tenía 30 abriles y uno o dos mayos a lo más. El desposado no estaba ya en plena posesión de sus facultades de cintura abajo, en tanto que la novia se veía pimpante, rozagante, boyante, exultante, exuberante. ¡Qué compromiso para el provecto galán! Todo el día anduvo con mariposas en el estómago, y sin sentir ninguna más abajo. La noche de las bodas don Cacareco entró en el baño a fin de satisfacer una necesidad menor. Ahí le sucedió que no podía hallar lo que para el efecto requería. Se dirigió a la dicha parte y le dijo con acento paternal: “No te escondas, hermosa. Nada más te quiero para hacer pipí”… Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Cierto día llegó a su casa y le dijo a su mujer: “Le compré un regalo a mi muñeca”. La señora se emocionó bastante, pues no estaba acostumbrada a los regalos ni a las expresiones de ternura. Le pidió a su marido, ilusionada: “¡A verlo!”. Capronio, entonces, le mostró el nuevo reloj que traía en la muñeca. (Nota del autor. El mencionado individuo es un cabrón, si me es permitido el calificativo)… Un terrible incendio se desató en el Bar Ahúnda. Los clientes y el personal del establecimiento salieron a escape. Entre los parroquianos estaba Empédocles Etilez, competente beodo a quien todos llaman “el borracho del pueblo”, y eso que la ciudad en la que vive tiene 5 millones de habitantes. Le preguntó el jefe de los apagafuegos: “¿Cuál fue la causa del siniestro?”. “No lo sé –respondió Empédocles-. Yo entré a la cantina cuando el incendio había empezado ya”… Madeira es un conjunto de islas de bello nombre y paisajes igualmente bellos. El archipiélago pertenece a Portugal y es comarca famosa por sus vinos. En una cena de gala Babalucas entabló conversación  con el invitado que tenía al lado, evidentemente extranjero. Le dijo el educado señor: “Soy de Madeira”. “¡Ah! –exclamó Babalucas-. ¡Como Pinocho!”… En la cómplice oscuridad de la sala cinematográfica la pareja de novios se entregaba a amorosas expansiones que incluían ardientes besos y caricias más encendidas aún. Cerca de ellos estaba doña Tebaida Tridua, señora de moral estricta. Les dijo, exasperada: “¿No podrían ir a otra parte a hacer sus cosas?”. “¡Por favor, señora! –le suplicó el muchacho-. ¡Ayúdeme a convencerla de eso!”… FIN.

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