

*Lo repudian los morenistas
Efraín Hernández
El Buen Tono
Orizaba, Ver.— En un intento desesperado por reposicionarse en la escena política, el senador Manuel Huerta fue ignorado por completo en su visita a Orizaba. Sin convocatoria formal ni respaldo de liderazgos locales, su presencia pasó inadvertida entre alcaldes electos, candidatos y militancia morenista que, cansada de traiciones internas, le dio la espalda de forma contundente.
En un evento anunciado solo a medios digitales de bajo alcance —páginas de Facebook sin relevancia periodística—, el exdelegado federal evidenció su aislamiento político. Ninguno de los presidentes municipales electos de la región acudió al llamado; tampoco lo hicieron los derrotados en las urnas. Un vacío absoluto que deja claro que Huerta es, hoy por hoy, un personaje tóxico dentro de Morena.
La estrategia del senador de recorrer el estado amparado en su investidura legislativa no es otra cosa que una campaña personal para quitar del camino a Mario Delgado y a Esteban Ramírez Zepeta, a quienes culpa de la debacle electoral de su grupo. Intenta imponer una dirigencia estatal a modo que le permita recuperar el control del partido, pero sin estructura, sin aliados y sin legitimidad, su esfuerzo se ha reducido a simples actos de protagonismo.
