

Alejandro Aguilar
El Buen Tono
Córdoba, Ver. – En el estacionamiento del mercado La Isla, los funcionarios de la casilla 2009 intentan descifrar los votos de la ciudadanía entre sombras, mientras la desconfianza crece en la misma proporción que la ausencia de seguridad y de representantes de partidos.
La luz de los teléfonos celulares parpadea sobre las boletas electorales como si fueran velas en un ritual improvisado. No hay lámparas, no hay reflectores, no hay garantías.
El INE establece que el escrutinio debe ser público, con la presencia de representantes partidistas que certifiquen la legalidad del proceso. Sin embargo, en la sección 2009, no hay un solo representante de partido presente. Los funcionarios de casilla, ciudadanos comunes que asumieron la responsabilidad de resguardar la voluntad popular, trabajan en un vacío de legitimidad.
