Por: TOMÁS GONZÁLEZ JIMÉNEZ / columnista
Todos los programas sociales que se implementen, siendo correctamente bien planeados, bien organizados para que lleguen al pueblo, sobre todo para las familias que verdaderamente los necesiten, son bien recibidos.
Lo reprobable es que ya es costumbre que en épocas electorales es cuando resurgen con mucha insistencia y de manera muy visible, como si quisieran que se viera que hay mucha bondad y preocupación de quienes los realizan, para supuestamente, mitigar el hambre de la gente que sigue desenvolviéndose en medio de la pobreza.
Pero se ve a todas luces que no son bien planeados, haciendo un verdadero censo de las familias más necesitadas, pues algunas familias que reciben esas supuestas ayudas, llegan hasta en carros particulares para recogerlas, lo que equivale a que no son las que verdaderamente deberían recibir esas ayudas.
Además, esta claro que estos movimientos de reparto de despensas, es clásico, ya que se realizan con supuestos fines electorales, situación a la que han acostumbrado a la gente verdaderamente pobre, es decir, elecciones van y elecciones vienen, llegan al poder y lanzan espectaculares anuncios de COMBATE AL HAMBRE, y ahí está la Secretaría de Desarrollo Social haciendo anuncios a ocho columnas en que se ha acabado a tantos millones de familias ese problema, y sucede que en la siguiente elección se repite el mismo fenómeno, lo que quiere decir que es puro engaño, tras engaño.
¿Dónde verdaderamente van a parar esos programas sociales?, sencillamente en manos de la clase política, pues es una de tantas formas de seguir engañando al pueblo, y las familias que realmente lo necesitan, es su peregrinar en cada elección seguirán haciéndolo caminando kilómetros y kilómetros, para venir y hacer cola y recibir algunos alimentos que les alcanzan para unos tres o cuatro días y, después?
Es el juego que dejó el caduco Partido Revolucionario Institucional y le siguió el Partido Acción Nacional y los satélites que esas mismas siglas han creado, pues encontraron en esa forma y de manera cínica continuar como ganarse votos en forma perversa , resultados que vemos en cada elección.
Luego entonces los partidos políticos tradicionales, los que han acabado con el País, los seguimos viendo en las actuales elecciones que se están efectuando en este 2018, que quieren seguir enriqueciéndose buscando acomodarse nuevamente en las vacantes que van a quedar acéfalas, situación que raya en cinismo y desfachatez, pues siguen siendo los mismos de siempre y quienes nunca cambiarán, pues necesitan heredar ahora a los familiares los supuestos lugares de los mal llamados puestos de elección popular.
Esos puestos de elección popular, prácticamente no los han sido nunca, porque la más de las veces se los ganan con la supuesta ayuda que les dan todos los organismos que manejan las elecciones, es decir, en la mesa y ahí está la pobreza que sigue reinando en el País, en el Estado de Veracruz, donde sigue habiendo millones de familias en pobreza y, en pobreza extrema.
Esos son los votos que siempre tienen asegurados los partidos tradicionales, porque las familias que esperan con ansias las elecciones para recibir nuevamente millones de despensas, porque piensan que son los candidatos, que son los partidos políticos, los que sacan de sus bolsillos todo el dinero que se gasta en ellas, pero la triste y decepcionante realidad, es que ese dinero es del propio pueblo que con grandes trabajos y sacrificios, cubren los impuestos a los municipios, a los estados y a la federación.
En este año el 1º. de julio, el pueblo mexicano, el veracruzano, se van a jugar nuevamente su destino, por lo que se pregunta: ¿Seguirán siendo presa de todos los engaños, bajezas, para seguirlos maniobrando, manejando al antojo de la clase política, de los partidos políticos tradicionales y sus satélites, y de todos los personajes que están interviniendo en este movimiento electoral, para beneficio únicamente de ellos y no del pueblo?
La esperanza vive ahora en el pueblo mexicano; espera con verdaderas ansias esa fecha que será histórica, porque el verdadero cambio se espera que se haga realidad.
