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Despiden al héroe

Superiberia

Córdoba.- “Un bombero nunca muere, sólo va a reunirse con Dios para el servicio final”, fueron las palabras que acompañaron al teniente del Cuerpo de Bomberos de Córdoba, Arturo Juárez Chimal, en su último pase de lista.

Tras su muerte, el pasado fin de semana, ayer sus compañeros y amigos le dieron el último adiós, recordando su enérgico carácter y compromiso de servicio que mantuvo durante cinco décadas.

SU TRAYECTORIA

El  teniente Chimal nació el 10 de mayo de 1948, ingresó oficialmente al Cuerpo de Bomberos en 1971. Dos años después, abandonó a la corporación por situaciones personales y reingresó el 16 de diciembre de 1981. Su empeño y compromiso le valieron el reconocimiento como Bombero el 22 de agosto de 1983.

Para 1994 fue ascendido a la categoría de Sargento Segundo, mientras que en 1996 ascendió a Sargento Primero. Con casi 29 años de entrega a Bomberos, en el 2000, recibió el reconocimiento de Oficial con el grado de Subteniente, ocho años más tarde logró el grado de Teniente, cargo que mantuvo  hasta su muerte.

HÉROE DE MÚLTIPLES BATALLAS

De oficio electricista, el Teniente dedicó la mayor parte de su vida a la labor de bombero. Entre las múltiples batallas que libró en contra del fuego, fue durante el incendio de la exfábrica de Agricultura Nacional de Veracruz (Anaversa).

En uno de los primeros servicios que tuve con él, hubo un calcinado en la autopista  y él se puso a orar conmigo, recordó el  religioso, mejor conocido como El padre Bombero, Óscar Fabricio Martínez Limón.

ÚLTIMO PASE DE LISTA

De forma general, los elementos del Cuerpo de Bomberos recuerdan al Teniente por su enérgico carácter, así como su entrega y compromiso en la formación de nuevos elementos, pues también participó en las acciones de capacitación y trabajo de la escuela infantil y juvenil de la corporación.Ayer, su cuerpo dejó las instalaciones de la funeraria para presentarse ante Dios, donde su compañero El padre Bombero recordó a sus amigos y familiares las bondades que dejó en vida el Teniente, así como aquella frase que lo caracterizó en cada llamado: “A darle duro, que para morir nacimos”.

Al finalizar la misa de exequias, fue trasladado en uno de los carros bomba hasta las instalaciones de su segunda casa, la Central de Bomberos “Francisco J. Krill”.

Rodeado de sus compañeros de batalla, se dio el último pase de lista al Teniente: con tres veces presente al escuchar su nombre y un minuto de aplausos, le rindieron un merecido homenaje, para posteriormente recibir la cristiana sepultura. Juárez Chimal era uno de los pilares de Bomberos.

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