

Zongolica.- Los días de muertos en la sierra de Zongolica son una fiesta mexicana llena de colores y sabores donde se honra a los difuntos, quienes hacen sentir su presencia entre los vivos.
Su origen es en la etapa prehispánica (800 a.C.) se realizaba el festival para celebrar el final de la cosecha (julio y agosto) en honor a la diosa Mictecacíhuatl, “señora de las personas muertas”, reina del Mictlán, el noveno y último nivel del inframundo, su propósito es vigilar los huesos de los muertos.
Durante la Conquista en 1521 se hace un sincretismo entre las costumbres españolas e indígenas, se celebra a todos los santos y a los fieles difuntos. El festejo se traslada al 1 y 2 de noviembre, narró la directora de la Casa de Cultura de Zongolica, Dolores Lucía Ortega Zitzihua.
El Pan de muerto
Se dice que proviene de la Conquista, es circular y con líneas en forma de huesos, que simbolizan el círculo de la vida y de la muerte. Su sabor de azahares es por el recuerdo de los fallecidos.
Calaveras de azúcar
Cráneo humano de azúcar con la técnica española del alfeñique. Se coloca el nombre de una persona en cada calavera y recuerda que lo único seguro es la muerte.
Flores tradicionales
Se cree que atraen y guían las almas de los difuntos a las ofrendas.
Días conmemorativos
Los días 28 y 29 de octubre se dedica a las personas que mueren de manera trágica. El 30 y 31 de octubre a las almas del “limbo” o a los niños que no fueron bautizados. El 1 de noviembre dedicado a las almas de los niños y el 2 de noviembre dedicado al alma de los adultos.
Ofrendas de muertos
Se elabora para compartir alimentos con el difunto. Los niveles del altar significan los pasos que tendrá que pasar el invitado para llegar al cielo.
Visita al cementerio
Se visitan las tumbas de los seres queridos y se adornan con flores y con velas. En algunos lugares las familias se quedan con el difunto toda la noche.
Calaveras literarias
Breves composiciones en verso y rimas que se asemejan a un epitafio, se escriben en sentido burlesco y sarcástico.
LUIS MIGUEL LÓPEZ-MENA
EL BUEN TONO
