De la Redacción
El Buen Tono
CÓRDOBA.— La administración municipal permitió que las bardas del panteón se transformaran en un soporte promocional para una funeraria privada, un hecho que exhibe el nivel de descaro con el que opera el gobierno encabezado por Juan Martínez Flores. Mientras la ciudad permanece en el abandono, el alcalde entrega espacios públicos como si fueran de su propiedad, en un intento evidente de obtener ventajas antes de dejar la función pública.
El uso comercial del cementerio confirma que la actual gestión pretende retirarse exprimiendo hasta el último recurso disponible. Con el cuatrienio en su fase final, las decisiones se vuelven más turbias, cínicas y alejadas de cualquier responsabilidad institucional. Lejos de corregir fallas, el Ayuntamiento insiste en prácticas que profundizan el rechazo ciudadano y que revelan un cierre administrativo marcado por abusos.
Los regidores, que aparentan ignorar la colocación de estos anuncios pese a conocer perfectamente el proceder interno, se han convertido en encubridores del deterioro gubernamental. Su “desconocimiento” no es más que una postura conveniente para evitar compromisos, mientras permiten que intereses privados ocupen espacios municipales sin explicación.
El aprovechamiento del panteón como superficie publicitaria refleja el derrumbe del orden interno. No existe vigilancia, control ni respeto por áreas que deberían mantenerse libres de propaganda. La autoridad actúa sin reglas, como si no tuviera nada que responder y mucho que aprovechar antes de irse.


