


El Chucky. La Mente. La Vero. El Gaby. El Chaki. Son los apodos de los presuntos verdugos de algunos normalistas de Ayotzinapa. Todos muy jóvenes: de 18 o 19 años. O veinteañeros.
No importan sus nombres. En el mundo del narco lo que pesa es el apodo. De El Señor de los Cielos a El Chapo. El mote es poder y terror.
Hoy, estos sicarios de Guerreros Unidos que encabezaron la matanza de algunos normalistas —de acuerdo a las declaraciones ministeriales de halcones aprehendidos hechas ante el MP del fuero común adscrito a la Dirección General de Control de Averiguaciones Previas, Miguel Ángel Cuevas Aparicio, con sede en la PGJE de Guerrero, durante la primera semana de octubre y que son del conocimiento del columnista— siguen prófugos.
En huida, los sicarios-verdugos de normalistas junto con los presuntos autores intelectuales del ataque a los estudiantes: José Luis Abarca y su esposa, Ángeles Pineda. Y los mandos policiacos al servicio del crimen organizado: Felipe Flores y Francisco Salgado Valladares. Todos ellos a salto de mata.
El Chucky era el jefe directo de los sicarios que, según las declaraciones ministeriales, encabezó la ejecución de algunos normalistas de la escuela Raúl Isidro Burgos. Despiadado.
Sanguinario.
Conozcamos a los sicarios-verdugos de algunos normalistas:
EL CHUCKY. “De 24 a 25 años, estatura aproximada de uno cincuenta, moreno, pelón, ojos cafés, bien rasurado, es muy borracho y consume mucha cocaína, maneja un coche color negro polarizado de dos puertas…”. (El Chucky alcanzó a fregar a varios ayotzinapos… logramos asegurar a diecisiete… los llevamos a la casa de seguridad de la loma donde los matamos inmediatamente. Declaración ministerial de Martín Alejandro Macedo Barrera).
LA MENTE. “Tiene aproximadamente dieciocho años de edad, estatura de un metro noventa, cara alargada, cabello negro corto rebelde, frente normal, cejas pobladas, ojos chicos color negros, nariz chata mediana, boca grande con labios gruesos, por lo regular anda en short y trae un arma de nueve milímetros…”. (La Mente me dijo que ordenó a El Chaky que hiciera una fosa y que posteriormente El Gaby con El Chucky los aventaron al hoyo, y El Gaby roció con diesel los cuerpos y les prendió fuego. Declaración ministerial de Marco Antonio Ríos Berber).
LA VERO. “Ella es de aproximadamente diecinueve años de edad, estatura de un metro sesenta, morena clara, cabello largo lacio negro, cara rectangular, cejas depiladas, ojos chicos de color negro, nariz respingada mediana, boca chica, labios delgados, complexión delgada, es medio encorvada…”. (Yo le disparé a dos en la cabeza con el arma de La Mente… La Vero mató a otro y dejamos vivos a cuatro. Declaración ministerial de Ríos Berber).
EL CHAKY. “Es de estatura aproximada de un metro con cincuenta, complexión robusta, moreno oscuro, está rapado, cara redonda, frente normal, cejas semipobladas, ojos medianos negros, nariz mediana respingada, boca mediana, labios regulares, tiene un tatuaje en el brazo izquierdo, en el hombro, de una mujer, y en el brazo derecho tiene un tatuaje de un indio, y anda armado con una pistola nueve milímetros”. (En ese momento arrastraron El Chaky, La Vero y La Mente a los seis muertos al hoyo en donde El Gaby les roció diesel y también les prendió fuego hasta que se calcinaron. Declaración ministerial de Ríos Berber).
EL GABY. Es una persona de aproximadamente veinticinco años, alto como de un metro noventa centímetros, de complexión regular, moreno claro, cabello quebrado corto, cara redonda, frente normal, cejas normales, ojos grandes negros, nariz grande, labios delgados, boca mediana, sin barba ni bigote, tiene un tatuaje en el brazo izquierdo de la Santa Muerte”. (En ese momento El Gaby, junto con Chucky, ya habían matado a los tres ayotzinapos, les pegaron un tiro en la cabeza a cada uno, El Gaby mató a dos y El Chucky a uno; esto por andar de revoltosos, dijo El Chucky. Declaración ministerial de Ríos Berber).
Hasta aquí las descripciones del principal grupo de sicarios al servicio de Guerreros Unidos que, de acuerdo a las declaraciones vertidas ante un Ministerio Público, dieron muerte a algunos normalistas de Ayotzinapa, a quienes los conocen en la región como
ayotzinapos.
Ellos son los sicarios-verdugos de normalistas. Así operan. A matar o morir. A sangre y fuego. La violencia como credo de vida, la muerte como símbolo sagrado.
Y siguen prófugos.
“Hemos hallado 24 fosas en este mes… hay cientos de ellas”, me dice Crisóforo García, integrante de las policías ciudadanas de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG).
Y las que faltan.
El horror.
Twitter: @_martinmoreno


