in ,

EL MINUTERO

Superiberia
  • Por Andrés Timoteo / Columnista

LOS MUERTOS DE LÓPEZ

Platón decía que en las matemáticas está la verdad incambiable y que los números son tan pesados y tan ciertos como una loza que cae sobre quien los conoce e interpreta, ya sea para bien o para mal. Nadie los puede evitar y tarde o temprano quedan expuestos. Así está sucediendo en México donde la verdad matemática sobre la pandemia de Coronavirus se terminará conociendo a pesar de las escaramuzas del gobierno para ocultarla. Ya hay indicios de esa loza fría.

En el último sábado de marzo, el mismo gobierno federal publicó un informe en el que se establecía que la cifra real de fallecidos por la Covid-19 era de 321 mil personas. Ese ajuste que se intentó no fuera muy visible y sobre el cual los encargados del manejo de la crisis sanitaria mantienen un silencio adrede, indica que desde el 14 de febrero del 2020 hasta el 14 de febrero de este 2021 se acumularon 294 mil 287 muertes por la gripe pandémica más las 26 mil registrados al 27 de marzo, hace ya tres semanas.

Ahora, a la fecha actual, que se tienen otros 10 mil muertos contabilizados, la cifra real sería de poco más de 331 mil mexicanos que han perecido y no los 211 mil y fracción que continua manejando la Secretaría de Salud. También hace un par de días la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo público un informe elaborado por el Instituto para las Ciencias de la Salud Global de la Universidad de San Francisco en el que informó que la mayoría de los 211 mil fallecimientos que oficialmente se reportan en México pudieron evitarse.

Si el gobierno mexicano hubiese actuado responsablemente y tomado las medidas sanitarias pertinentes como lo hicieron otras naciones para frenar los contagios solo se tendrían 20 mil muertes y 190 mil personas habrían salvado la vida. Es decir, 190 mil mexicanos que ahora están bajo tierra estarían vivos si las autoridades hubieran actuado en consecuencia para cuidarlos y protegerlos del peligro pandémico. No lo hicieron y esa cifra es la piedra fría de la verdad necrológica.

Esos 190 mil son, por supuesto, los muertos del presidente Andrés Manuel López Obrador quien decía que “no pasaba nada”, que todos debían besarse y abrazarse y salir a comer a restaurantes. Ese que con el estribillo populista de “prohibido prohibir” desdeñó el confinamiento, el uso de mascarillas, la realización test clínicos y el cuidado de la distancia social condenando a muerte a casi 200 mil personas. El mismo que minimizó lo científico y recurrió a la superchería recomendado portar estampitas religiosas y el rezo de “detenete enemigo que el Sagrado Corazón está conmigo” para protegerse del virus pandémico.

Son los muertos de López que intentó darle un sesgo partidista al peligro mortal que era la peste diciendo que a los mexicanos no les haría nada “esa PAN-demia” y que pregonaba que no robar, no mentir y no traicionar -la oración de su proyecto partidista- era lo mejor para evitar enfermarse. Son los muertos de López quien en 30 ocasiones, desde abril del año pasado, ha asegurado que la curva epidemiológica “ya se aplanó” y que la pandemia ya ha sido superada. “Ya vamos saliendo”, presumía mientras caían los muertos por todos lados.

Son los muertos de López quien desdeñó la lógica médica e incluso la empatía con el prójimo asegurando que la plaga le había “caído como anillo al dedo” al país. Casi 200 mil ataúdes – más los que se sigan sumando porque la irresponsabilidad y el negacionismo continúan vigentes- pesan sobre la espalda del tabasqueño y del “Doctor Muerte”, Hugo López Gatell a quien puso para manejar la crisis sanitaria. Esos cenotafios no se los podrán sacudir, lo cargarán para la historia.

¿Quién lo iba a decir? En poco más de un año pandémico durante el gobierno lopezobradorista superó los muertos por la violencia de los sexenios del panista Felipe Calderón y el priista Enrique Peña Nieto. Respecto al primero, triplicó los 60 mil muertos que acumuló en todo ese sexenio con su “guerra contra el narcotráfico” y del segundo, rebasó 156 mil muertos en los seis años de la gestión del mexiquense. Esas muertes por la violencia criminal pudieron evitarse si los mandatarios hubieran actuado con responsabilidad y cuidando al pueblo como pudieron evitarse la mayoría de los decesos por la peste. Es el álgebra de la muerte en tiempos de López.

El TORO CON CERCO

Por segunda ocasión el Instituto Nacional Electoral (INE) le puso un cerco al ‘toro’ desbocado de palacio nacional -léase: Félix Salgado Macedonio- al ratificar la decisión de retirarle la candidatura al gobierno de Guerrero. No es un parón definitivo porque todavía falta una segunda y última calificación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a donde invariablemente llegará el expediente. Algunos dicen que ahí le será restablecida la nominación, aunque todo depende de la presión que la presidencia de la república ejerza sobre los magistrados.

En los consejeros electorales no causó efecto total la presión presidencial pese a que la votación casi dividida a la mitad de los integrantes del Consejo General -más reducida que en el primer fallo sancionador – . que hizo que mantuvieran el papel de árbitro no sometido al poder. Ahora toca el turno a los jueces que tienen la encomienda de evaluar y calificar los asuntos electorales y, en este caso específico, se mostrará si son una institución independiente y apegada a la ley o una extensión de la voluntad presidencia, como siempre ha sido. Entonces, el cerco al semoviente no es definitivo y hay que esperar.

Mientras tanto, en otros lugares del país, entre ellos Veracruz, los clones de Salgados Macedonio continúan indemnes en su camino electoral -más bien preelectoral todavía- como Rubén Ríos en Córdoba o Marcos Isleño en Medellín de Bravo, golpeadores y abusadores de mujeres que van arropados por el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) rumbo a la nominación por los ayuntamientos de sus respectivos lugares.

Ambos se dan el lujo de negar y burlarse de los señalamientos de organizaciones feministas y de presumir el respaldo de palacio de gobierno, y en especial de la Fiscalía General encabezada paradójicamente por una mujer, para detener cualquier avance judicial que ponga en riesgo su postulación. No hay que perderlos de vista a todos esos “Salgados Macedonios” y en Veracruz concretamente a Isleños y Ríos porque serán el pulso entre las feministas y el régimen cuitlahuista.

Si las cosas avanza como hasta ahora y si la oposición mujeril se mantiene, la autoridad electoral deberá pronunciarse insoslayablemente sobre los señalamientos que arrastran por ejercer violencia de género e incumplir con la llamada “Ley 3 de 3”. Además, el asunto se pondrá más interesante porque si Morena los sostiene y la autoridad electoral los avala, entonces ahí llegará la oportunidad para que desde el voto popular se les ataje. En pocas palabras, será la ocasión para en Córdoba y en Medellín de Bravo se grite que un golpeador de mujeres no será gobernante municipal.

HAY QUE MIRAR AL SUR

En el mismo campo electoral, se insiste en lo que ya se ha dicho: se debe mirar al sur. El pasado fin de semana se realizaron comicios presidenciales en Ecuador y Perú y que resultaron un muestrario del rumbo político en Latinoamérica. Ecuador, en especial es un mensaje para México y otras naciones del continente pues ahí el correísmo, o sea la corriente liderada por el expresidente Rafael Correa, fue vapuleada y su candidato Andrés Arauz perdió ante el conservador Guillermo Lasso, un exbanquero que ya había perdido en dos ocasiones la justa presidencial.

Y fue derrotado a pesar de que todos le daban el triunfo anticipado a Arauz, incluyendo las casas encuestadoras. ¿Qué sucedió? Una cosa que políticamente es muy interesante. En números reales, la izquierda arrasó porque obtuvo más del 60 por ciento de los votos. El problema fue que esos se dividieron en tres candidatos de izquierda que participaron en la primera ronda de votaciones celebrada el 7 de febrero. Es decir además de Arauz hubo otros candidatos que también son de izquierda pero que no están plegados al grupo político del expresidente Rafael Correa y entonces no se aliaron a su candidato ni llamaron al voto útil.

En aquel país la izquierda esta dividida, pero no por irresponsabilidad ni por colusión con la derecha sino porque no cayó en el pragmatismo de obtener el poder por el poder. Los abanderados del partido indígena Pachakutik, Yaku Pérez Guartambel y de Izquierda Democrática, Xavier Hervas, que quedaron en tercer y cuarto lugar en la primera vuelta, no apoyaron al delfín correísta porque no los representaba. Indígenas, ambientalistas y democráticos moderados le cobraron a Rafael Correa sus años de despotismo, intolerancia y sobre todo las traiciones a las causas populares.

No hay que olvidar que Rafael Correa llegó al poder en el 2007 a través de un enorme movimiento popular que reunió a las ‘izquierdas’ ecuatorianas -muy parecido al entuerto mexicano llamado Morena- pero luego se convirtió en un autócrata que le dio la espalda a todas las expresiones que lo representaba. También modificó la constitución para reelegirse dos veces, en el 2009 y en el 2013, luego puso a un candidato títere, en el 2017, Lenín Moreno con la intención de postularse nuevamente al concluir el gobierno marioneta.

Se le cebó porque Moreno lo traicionó y se viró a la derecha. Ahora, cuando todo apuntaba a que con Andrés Arauz retornaría al poder y al país -lleva cuatro años exiliado en Belgica porque en Ecuador tiene una condena judicial por actos de corrupción-, desde la misma izquierda lo castigaron. Vaya, tanto es el daño que los progresistas prefirieron que llegará al poder un conservador a que regresara el correísmo. ¿No les suena al rumbo que lleva el lopezobradorismo?

En Perú también hubo sorpresa y, al contrario de Ecuador, la izquierda ganó la primera vuelta con el profesor y dirigente sindical, Pedro Castillo, que tuvo el 19 por ciento de los votos y disputará la presidencia en un balotaje -segunda ronda de votación-, el 6 de junio, con Keiko Fujimori, hija del exdictador Alberto Fujimori, quien apenas obtuvo el 13 por ciento de los sufragios. Ahí los extremos se encuentran y la clase política está tan desprestigiada que hubo un bajísimo nivel de votación y ahora los peruanos tendrán que escoger entre dos males: la izquierda radical y la heredera de la dictadura. Lecciones para el resto de América Latina.

CANAL OFICIAL

UV analiza volver a clases en agosto

Lo dejan con el tiro de gracia