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EL NORTE ES EL SUR

Superiberia

Por: Andrés Timoteo / columnista

Vaya espectáculo que se armó en la frontera Sur. Allí se confirmó que el muro de Donald Trump en México también es de gas. El lunes pasado, cientos de migrantes centroamericanos que forman parte de las caravanas que buscan dirigirse a los Estados Unidos fueron repelidos con gases lacrimógenos a orillas de río Suchiate. A los que lograron cruzarlo y adentrarse a suelo nacional se le cazó como animales con la Guardia Nacional. La tensión sigue porque hay más extranjeros dispuestos a enfrentarse a la Policía militarizada para entrar a territorio nacional.

 Es el esplendor de la “Mexican Border Patrol” que se hace realidad ese trastoque del que habla el guatemalteco Ricardo Arjona en la canción “Si el Norte fuera el sur”. Allá cazan a los migrantes y acá también. La fuerza bruta contra el que huye de la miseria, la violencia, el crimen y la represión política. Lo sucedió en el Suchiate es la cara sucia del lopezobradorismo en materia humanitaria, la luxación de su discurso seudo cristiano.

 Por cierto, hablando de cristianos, la entrevista que el diario español El País le hizo al sacerdote Alejandro Solalinde, exdefensor de los migrantes y ahora “ministro sin cartera” -como lo definen en el rotativo- del gobierno lopezobradorista es para soltar el llanto ya que el religioso de haberse labrado un respetado lugar por su labor humanitaria se convirtió en guardián de un político.

 Ese que antes defendía a los que venían del sur ahora los criminaliza y se complace de que sean detenidos con el argumento de que entre ellos viajan delincuentes. “La emigración es noble, pero también llegan jóvenes muy maleados, diseñados, desde que son pequeños, para matar. Había que poner orden porque la frontera se nos va de las manos”, afirma para justificar él envió de la Guardia Nacional a la frontera Sur.

 Ese que antes fustigaba a los obispos, sacerdotes y cardenales que se plegaban y volvían cómplices de los gobernantes en turno, ahora descalifica a la Iglesia Católica por no respaldar a López Obrador y hasta le profetiza soledad. “Ni un solo cardenal le ha mostrado su apoyo. Si la jerarquía católica no baja y se acerca a las inquietudes de la gente y se va a quedar cada vez más sola”.

 El reportero de El País le dice: “Acusa a las organizaciones sociales de haber cambiado su enfoque respecto a la migración, pero usted antes defendía a los migrantes y ahora trabaja para López Obrador”. La respuesta no logra zafarlo del brete: “No se confunda, yo trabajo por México no para López Obrador”. Empero, enseguida coloca al tabasqueño en el estatus mesiánico al describirlo como un pastor que guía al rebaño.

 “López Obrador es ya el mejor presidente que ha tenido México que era un pueblo abandonado, estaba como iglesia sin pastor, pero él se responsabiliza y guía a su pueblo”. Ante la nueva posición del sacerdote Solalinde solo queda preguntar: ¿qué tendrá el poder que hasta a los más nobles seduce y desvía de su camino?  

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