LA CATEDRAL DE LA INMACULADA: Antes de existir la catedral, como hoy en día la conocemos, tuvieron lugar dos iglesias anteriores, la primera de ellas data de 1621 y su construcción, para nada tenía que ver a como es hoy en día. Estaba labrada en madera con techo de paja y albergó así a sus feligreses durante once años.
La segunda estaba hecha de cal y canto cubierta de madera y tejas, contaba con cuatro maderos que servían de torres, los cuales sostenían dos campanas; la única imagen que poseía en su interior era la Purísima Concepción. Fue hasta 1660 que se consumó su edificación gracias a aportaciones de sus fundadores, está albergo a un sinfín de feligreses durante cuarenta años que estuvo en función, hasta ser demolida.
La construcción que se conserva hasta nuestros días, inició por allá del año de 1678, posteriormente continuaron los trabajos bajo la dirección de Joseph Valero a partir de 1687. Se levantó la mitad del templo y se pusieron las cubiertas de la bóveda hasta levantar la cúpula. Para el año de 1725, se culminó la obra central, aunque carecía de torre. El primero de enero de ese mismo año, se bendijo dicho templo.
Fue hasta el año de 1755 que el templo ya se encontraba dotado de adornos, lienzos, retablos e imágenes. La torre erigida contenía cuatro campanas. A inicios de siglo XX el padre Francisco J. Krill ordenó la construcción del último piso de la segunda torre, la entrada y el enrejado del atrio, además de la fachada neoclásica en la entrada principal.
Y no fue hasta el año 2000, para ser precisos el 14 de junio, que se le otorgó el título de catedral debido a que Córdoba se elevó a la categoría de Diócesis con la permanencia de un Obispo.
Cuántas historias no albergará este templo, cuánto no habrá ocurrido a su alrededor, sin duda es icono y parte de la historia de nuestra ciudad.
