AGENCIA
Veracruz.- Cada 31 de diciembre, mientras en distintos países de América Latina se despide al año viejo con la quema de un muñeco, en el puerto de Veracruz la tradición adquiere un carácter singular: aquí, al viejo no solo se le quema, también se le canta y se le baila. El llamado baile del Viejo convierte las calles en escenario de música, sátira y memoria colectiva, en una celebración que combina protesta social, herencia cultural y ritual simbólico.
De acuerdo con el investigador Ricardo Cañas Montalvo, aunque la quema del viejo es una costumbre extendida en la región latinoamericana, Veracruz es el único lugar donde esta figura es protagonista de un ritual diurno, acompañado de canto y baile. Durante el día, el viejo recorre barrios y calles al ritmo de la conga, antes de ser consumido por el fuego al caer la noche.
El origen de esta tradición se remonta a alrededor de 1875, en un contexto de inconformidad laboral. Trabajadores del antiguo muelle del puerto salieron entonces a las calles para recolectar dinero como forma de protesta y presión social. Con el paso del tiempo, aquella manifestación se transformó en una práctica popular asociada a la petición de aguinaldo, hasta convertirse en una expresión festiva profundamente arraigada.
Cañas Montalvo subraya la influencia afroantillana y cubana en el desarrollo del baile del Viejo, particularmente a través del ritmo de la conga. Los versos repetidos por los participantes, como “una limosna para este pobre viejo”, acompañaban el recorrido de hombres disfrazados con harapos, máscaras improvisadas y barbas postizas, que convertían la carencia en burla y la necesidad en sátira social.

Para inicios del siglo XX, la tradición ya estaba firmemente instalada en la vida cotidiana del puerto, especialmente en zonas emblemáticas como el barrio de La Huaca y el Centro Histórico. Ahí, generación tras generación, el Viejo se convirtió en un personaje esperado cada fin de año, símbolo del cierre de ciclos y del humor popular con el que se enfrentan las dificultades.
Sin embargo, el investigador lamenta que a partir de la década de 1970 la costumbre comenzara a desvirtuarse parcialmente, ya sea por la pérdida de su sentido original, por la comercialización o por la disminución de la participación comunitaria. Aun así, el ritual persiste como una de las expresiones culturales más representativas del puerto.
La jornada culmina por la noche con la elaboración y quema del muñeco del Viejo. Este acto, cargado de simbolismo, representa la despedida de todo lo negativo que dejó el año: problemas, frustraciones y malas experiencias. El fuego actúa como purificación colectiva y como anuncio de un nuevo ciclo marcado por la esperanza, la salud y el bienestar.
Más que una simple tradición de fin de año, el baile y la quema del Viejo en Veracruz son una muestra de cómo la historia, la protesta y la identidad cultural se entrelazan en un ritual que, pese al paso del tiempo, sigue dando sentido y memoria a la llegada del Año Nuevo.


