De la redacción
El Buen Tono
Ciudad de México.– Las calles del Centro Histórico se llenaron de vida… o mejor dicho, de “no muertos”. Cientos de personas caracterizadas como zombis participaron este sábado en la tradicional Zombie Walk 2025, que convirtió una vez más a la capital del país en un auténtico escenario de fantasía y terror.
Desde temprano, la explanada de la Avenida de la República se llenó de maquillajes ensangrentados, trajes rotos y risas. A las 11:00 de la mañana se realizó el concurso “Rey & Reina Zombie 2025”, donde los participantes más creativos fueron premiados por sus aterradoras caracterizaciones.
Poco antes de las cuatro de la tarde, el clásico baile de “Thriller”, encabezado por un imitador de Michael Jackson, marcó el inicio del recorrido que fue desde el Monumento a la Revolución hasta el Zócalo capitalino. Familias enteras, jóvenes y adultos desfilaron entre aplausos y selfies, mostrando su pasión por esta singular tradición.
Entre los contingentes destacaron comparsas de la comunidad trans, que participaron con vestuarios alusivos al terror y elaboradas heridas falsas, reafirmando que la inclusión también tiene cabida en esta fiesta urbana.
“Llevo 13 años participando; en las últimas cinco me han acompañado mis hijos”, contó Mitzy, una joven caracterizada como un personaje de película de horror. Sus pequeños, Alahia y Diego, presumieron sus disfraces de “roquera zombi” y “Capitán América terrorífico”.
Desde municipios como Chimalhuacán también llegaron familias completas para disfrutar de la jornada. “Está increíble, los disfraces están espectaculares. La marcha se ha vuelto una tradición que se comparte en familia”, expresó Karen Amairany, quien asiste por quinto año consecutivo.
Además del ambiente festivo, la Zombie Walk 2025 tuvo una causa solidaria: durante la jornada se recolectaron alimentos no perecederos para el banco de alimentos Unidos Distribuimos y Transformamos IAP.
Entre risas, sustos y fotos, los “muertos vivientes” tomaron una vez más el corazón de la Ciudad de México, demostrando que el terror también puede celebrarse con alegría y unión familiar.
