De la redacción
El Buen Tono
Investigaciones recientes muestran que la contaminación del aire no solo daña los pulmones, sino que también amenaza directamente al cerebro. Un estudio publicado en Nature analizó a 56 millones de personas y concluyó que vivir rodeado de aire tóxico aumenta significativamente el riesgo de demencia, incluso en quienes no tienen antecedentes familiares.
Los principales culpables son las partículas PM 2.5 y el dióxido de nitrógeno emitidos por los automóviles. Estas sustancias viajan desde la nariz hasta el cerebro usando el nervio olfativo, rompen la barrera protectora cerebral y provocan inflamación que daña las neuronas. The Lancet detalla este proceso:
• Ruta olfativa directa: metales tóxicos llegan a la corteza frontal.
• Inflamación cerebral: el sistema de defensa termina atacando las propias neuronas.
• Barrera rota: la polución permite que sustancias peligrosas ingresen al cerebro.
Además del deterioro cognitivo, respirar aire sucio eleva los casos de ansiedad y depresión severa, alterando la química cerebral encargada del bienestar. La OMS señala que la exposición crónica genera fatiga mental y emocional, y dificulta la recuperación del cerebro.
Los grupos más vulnerables son:
• Niños, por su respiración rápida y órganos inmaduros.
• Mujeres embarazadas, ya que la polución atraviesa la placenta y afecta al feto.
• Personas con predisposición genética, cuyo riesgo de enfermedades degenerativas se acelera.
Aunque no es posible limpiar el aire por completo de manera individual, es recomendable monitorear la calidad ambiental y limitar la actividad al aire libre en días de alta contaminación. En casa, purificadores de aire y estufas eléctricas ayudan a reducir los tóxicos. Una dieta rica en frutas y el uso de mascarillas de alta eficiencia también ofrecen protección contra el daño cerebral.
Protegerse del aire contaminado no solo cuida los pulmones, sino que puede salvar recuerdos y garantizar una mejor calidad de vida a largo plazo.


