


De la Redacción
El Buen Tono
ORIZABA.- Ante el desgaste de su administración y el creciente rechazo ciudadano, el presidente municipal Juan Manuel Diez Francos ha encontrado una nueva forma de sacar dinero: la persecución a pequeños comerciantes.
Tan solo este viernes, inspectores municipales clausuraron un modesto local de comida en la calle Sur 3, entre avenida Colón y Oriente 2, argumentando “falta de permisos”, mientras negocios de sus allegados siguen operando con impunidad sin los pagos correspondientes de permisos ni de otros gastos, lo que implica mantener un negocio.
La clausura no fue un acto de orden, sino una muestra más de cómo el ayuntamiento busca sangrar a los comerciantes con multas, cobros y extorsiones disfrazadas de revisiones administrativas. Los operativos se han convertido en una estrategia recaudatoria, dirigida especialmente contra quienes no tienen influencias ni pueden pagar “por fuera lo que acuerden a través del moche”.
“Ya no les basta con los impuestos, hay pretextos para cerrar negocios y cobrar mordidas”, denunció una comerciante, afectada por los abusos.
Mientras el alcalde presume limpieza y orden en su “Pueblo Mágico”, la realidad es que usa el aparato municipal como caja chica, afectando a familias. En lugar de apoyar al comercio local, Diez Francos lo exprime, demostrando que la prioridad no es el desarrollo económico, sino mantener lleno su bolsillo.

