Efraín Hernández
El Buen Tono
REGIÓN.- A menos de un mes del segundo atentado y sabotaje contra la radiodifusora Radio Banana, y ahora con la agresión violenta al reportero Luis “N” en Orizaba, tanto la FGR como la CEAPP tal parece quieren enviar el mensaje que en Veracruz cualquiera puede agredir, amenazar o silenciar a un periodista sin ningún tipo de consecuencias, mismo tenor parecen seguir los órdenes de Gobierno, la legislatura y el Congreso de la Nación.
La brutal agresión sufrida la tarde del lunes al comunicador durante la cobertura de un sepelio, fue la más reciente muestra de la vulnerabilidad en la que trabajan los medios de comunicación, sin garantías mínimas por parte del Estado. Luis “N” fue privado de su libertad de forma ilegal, golpeado, obligado a borrar material informativo y a pedir disculpas en video, bajo amenazas físicas, sin que la Fiscalía General del Estado (FGE), la Fiscalía General de la República (FGR) ni la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) actúen con firmeza.
La agresión directa y el sabotaje a Radio Banana, medio independiente con presencia en la región, ocurrido hace semanas y aún sin responsables, confirma que en Veracruz no hace falta ser funcionario para ejercer censura: basta con tener impunidad garantizada, una impunidad sistemática que se motiva, percibe y tal parece hasta se patrocina desde las cúpulas de los distintos órdenes de Gobierno.
Las agresiones, el miedo y la falta de protección institucional han generado un entorno de alto riesgo para el ejercicio periodístico. En los hechos, los periodistas están solos. Ni el Gobierno del Estado ni los organismos especializados han mostrado capacidad real para intervenir o proteger, a pesar de los más de 25 millones de pesos que se invierten al año para garantizar la protección a los periodistas amenazados, tanto por la delincuencia organizada como por autoridades de distintos órdenes.
Ante esto, se exigen acciones inmediatas de protección para el reportero agredido en Orizaba. El esclarecimiento del atentado a Radio Banana. Un alto definitivo al clima de violencia, amenazas y censura.
